Homenaje a un nacionalista, separatista y racista en Galicia. Gobierna el PP.
4 de julio 2014
El Parlamento rinde tributo al rianxeiro coincidiendo con el setenta aniversario de la publicación de «Sempre en Galiza»
Feijóo reivindicó un Castelao “de todos”, que pertenece “a toda Galicia” y que dejó un legado con “Sempre en Galiza” que los gallegos de hoy y de mañana “sabrán aprovechar”.En su intervención, el presidente consideró que los preceptos que promulgaba Castelao en su obra cumbre son todavía aplicables hoy en día,
“Pocos sitios mejores que este Parlamento para decir que ‘Sempre en Galiza’ es un regalo que Castelao hizo a todos los gallegos de hoy”, afirmó el titular de la Xunta
Declaraciones de Feijoo:
Castelao e Sempre en Galiza reciben o tributo dun país novo, que foi construído en gran parte “coa argamasa do seu ideario”. Galicia é, lembrou, unha das 17 autonomías “dunha España plenamente consciente da súa pluralidade”; que emprega con normalidade e lle dá sitio en todos os ámbitos da vida pública e privada ao seu idioma propio, recoñecido como lingua oficial
¿Quien es Alfonso Castelao?
En el capítulo IV de “Sempre en Galiza” Castelao escribió lo siguiente:
“El día 25 de julio del 1935 estábamos celebrando el “mitin de las arengas” en la Quintana de Santiago, y un patriota gritó: “¡¡Viva España!!”. En seguida surgieron del público unos jóvenes separatistas y apaleraron al interruptor patriota. Yo di por bien emplegado aquel castigo“
En el capítulo I de la introducción (o “Adro”, como él lo llamó) de “Sempre en Galiza” nos volvemos a topar con el escaso talante democrático de Castelao:
“Un hombre que tenga fe en el ideal que propaga no debe resignarse a morir sin verlo realizado, a no ser que muera en lucha por su ideal. Y aún diré más, exponiéndome a que se dude de mis convicciones democráticas: si el pueblo no quisiera enterarse de lo que le conviene e hiciese desprecio del remedio que puede salvarlo, ¿habrá algún hombre de fe que dejase de imponer ese remedio incluso por la fuerza, si dispusiese de poder para tanto?”
“nosotros debemos aceptar para España una solución idéntica a la que dio la URSS y no conformarnos con otra“. En su libro “Sempre Galiza”, publicado años después, insistía en el tema:
“Es preciso decir que apelo a Stalin, no por sentirme inclinado a la organización internacional que él dirige (yo vivo en latitudes muy distantes del comunismo), sino porque en el problema de las nacionalidades abraza con decisión el ideal patriótico de la libertad.”
“La teoría de Stalin sobre el problema nacional concuerda, en absoluto, con los sentimientos permanentes de Galicia, traducidos en palabras que el pueblo gallego supo pronunciar por boca de los galleguistas.”
En el Libro tercero, capítulo X, nos encontramos con lo siguiente:
“España ni tiene idioma único, ni cultura única, ni costumbres homogéneas, ni unidad étnica, ni formación histórica común, ni necesidades confluyentes. Sabemos, por lo tanto, que España no es una nación sino conjunto de “grupos humanos étnicamente desunidos”“
El autor más importante del galleguismo del siglo XX es, sin lugar a dudas, Alfonso Castelao. Hombre de innegable carisma político y variadas capacidades artísticas –era un excelente dibujante, humorista gráfico y cuentista, por ejemplo–, las preocupaciones políticas y sociales, cristalizadas en su militancia galleguista, atraviesan toda su polifacética obra.
La principal obra política de Castelao es Sempre en Galiza, convertida hoy en día en la biblia del galleguismo. Ha superado en fama e influencia a todos los autores del siglo XIX, y sin embargo encontramos planteamientos etnicistas idénticos a los de los artífices del Rexurdimento. Los años han pasado y se detecta en Castelao un gran reparo a exponerlos al desnudo, reparo que deriva de que es consciente del obsoleto y peligroso racismo de sus textos. Sin embargo, parece no poder evitar hacer afirmaciones del género, de modo que siempre procura excusarlas, alivianarlas con recursos, en mi opinión, un tanto pueriles.
Veamos con algunos ejemplos a lo que me refiero.
En el párrafo que aportamos a continuación, Castelao considera una “tentación antipática” propia de los gallegos hablar de arios y semitas. Sin embargo aprovecha un texto de otro autor, Portela Valladares, para afirmar lo mismo que censura. Utiliza, eso sí, eufemismos como “repetición de sangre” y “unidad etnográfica” en lugar de hablar claramente de Raza, pero la idea es exactamente la misma: todos los pueblos que han habitado en Galicia son de la misma raza, y todos los que han habitado el resto de la Península son de una raza diferente:
Existe en Galicia una homogeneidad de carácter, tan secularmente autóctono, tan contrario al alma castellana, que a menudo caemos en tentaciones antipáticas, tales como la de proclamar que nosotros somos arios y los demás semitas. Con todo, séanos permitido decir con Portela Valladares: “Los confusos linderos de la raza se destacan en Galicia de rara manera, porque celtas, suevos, normandos, peregrinos, cuantos allá fueron, vienen de un tronco común, repiten la misma sangre, como la repiten los iberos, los fenicios, los árabes y bereberes, los almoades y los almorávides en otras zonas de la Península. En la medida de lo posible, indudablemente poseemos unidad etnográfica” (Castelao, 1994, pp. 260-261).
Este es el espíritu que Castelao muestra a lo largo de todo Sempre en Galiza: dice sin decir, golpea con una mano mientras distrae nuestra atención con la otra. En otra ocasión afirma, por ejemplo, que Galicia “tiene, si quisiéramos –que no queremos–, características diferenciales de raza, pues somos predominantemente celtas” (Castelao, 1994, p. 322). En definitiva, se quiera o no se quiera, la patria gallega está poblada por una raza diferente.
Pero no siempre es Castelao tan comedido. En otros párrafos ni siquiera intenta ocultar su opinión sobre las otras razas de la Península Ibérica. Aún así, vuelve a jugar a lo mismo: cita al padre Sarmiento, pone reparos a sus duros juicios contra los gitanos, pero termina dándole la razón. Veamos qué piensa Castelao sobre la “gitanización de España:
“Lo que el mundo distingue como “español” ya no es “castellano; es “andaluz”, que tampoco es andaluz sino gitano. A este respecto hay que decir que no negamos la hondura cultural de Andalucía, solamente comparable a la nuestra; pero es que allí los fondos antiguos de mayor civilización están ahogados por la presencia de una raza nómada y mal avenida con el trabajo. “Estos son unos hombres errantes y ladrones” –decía el padre Sarmiento–; y si nosotros no apoyamos tan duro juicio, nos mostramos satisfechos de no contar con este gremio en nuestra tierra. El caso es que los gitanos monopolizan la sal y la gracia de España y que los españoles se vuelven locos por parecer gitanos como antes se volvían locos por ser godos. La cosa está en consagrar como español todo cuanto sea indigno de serlo. (...) Pero... ¿Qué son la golferancia y el señoritismo sino un remedo de la gitanería? ¿Qué es el flamenquismo sino la capa bárbara en que se ahogaron los fondos tradicionales de España, la cáscara imperial y austriaca, los harapos piojosos de la delincuencia gitana? Hoy el irrintzi vasco, el renchillido montañés, el ijujú astur, el aturuxo gallego y el apupo portugués están vencidos por el afeminado Olé... Pues bien; los gallegos espantaremos de nuestro país la “plaga de Egipto” aunque se presente con recomendaciones..., porque somos la antítesis de la golferancia y del señoritismo, de la gitanería y del torerismo” (Castelao, 1994, p. 367).
En el siguiente texto el autor galleguista se escuda otra vez en la opinión de otro escritor, esta vez Vicetto. Le llama exaltado, pero le da la razón exactamente en la misma frase. Es importante que prestemos atención a la gravedad de los términos utilizados para hablar de conceptos raciales:
“Siendo Galicia el reino más antiguo de España le fue negada la capacidad para asistir a las cortes, y ésta es una ofensa imperdonable; pero peor ofensa fue la de someternos a Zamora –una ciudad fundada por gallegos, pero separada ya de nuestro reino y diferenciada étnicamente de nosotros–. Con razón el exaltado Vicetto escribió estas palabras: “¿Y quién le negaba (a Galicia) ese derecho de igualdad y solidaridad entre los demás pueblos peninsulares? Se lo negaba la canalla mestiza de gallegos y moros que constituía los modernos pueblos de Castilla, Extremadura, etc.; Se lo negaba, en fin, esa raza de impura, adulterada sangre” (Castelao, 1994, p. 393).
Lo imperdonable, para Castelao y Vicetto, no es, en fin, la expulsión de las cortes, sino que ésta fuera llevada a cabo por la “canalla mestiza”, la “raza impura” de sangre sucia producida por la mezcla de gallegos y moros.
Por último, citaremos un párrafo que forma parte de la cuarta parte del libro de Castelao, escrita desde 1947 en adelante, cuando ya se sabía a dónde había conducido el etnicismo arianista nazi. De nuevo recurre a tretas con las que intenta hacer ver que no mantiene las opiniones que, sin embargo defiende:
Y si la raza fuese, en efecto, la determinante del carácter homogéneo de un pueblo, sin que por así creerlo incurriésemos en pecado, bien podría Galicia enfrentar su pureza con el mestizaje del resto de España, atribuyéndole a la sangre árabe la indisciplina, la intolerancia y la intransigencia con que los españoles se adornan” (Castelao, 1994, pp. 446-447).
La pureza de sangre, por lo tanto, es considerada por Alfonso Castelao una virtud heredada que afecta a lo moral, al igual que a lo moral afecta el mestizaje con la sangre árabe que ha convertido a los españoles en personas radicales e indisciplinadas. El contraste entre ambas realidades es claro, e implica, y lo repito porque es una idea esencial, una diferencia de carácter no sólo físico, sino también moral, entre españoles y gallegos.
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