viernes, 2 de octubre de 2015

Inmigración e hipocresía





La espeluznante foto del niño sirio ahogado en una playa turca ha dado la vuelta al mundo y agitado las conciencias de occidente.

La masa de sirios y otras nacionalidades, que desde oriente intentan llegar a Europa, huyendo de una guerra repugnante provocada por intereses inconfesables para las grandes potencias occidentales, se ha convertido en la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial y amenaza con hacer colapsar la Unión Europea. Ello unido a las mafias que trafican con seres humanos y prometen lo imposible, aumenta el desastre humanitario.

Niños ahogados en su huida, jóvenes y mayores degollados en directo por el Estado Islámico, pueblos arrasados, culturas ancestrales dinamitadas, minorías como los cristianos coptos exterminadas,  miles de refugiados desorientados, es lo que está pagando y pagara la humanidad por su mirada hipócrita ante lo que está ocurriendo en Oriente.

¿Por qué no se acaba de manera fulminante con el Estado Islámico? ¿Cómo podemos permitirlo?

Los intereses materiales y geoestratégicos de una minoría por encima de la verdad, por encima de la dignidad, por encima de cualquier concepto de solidaridad comunitaria, está haciendo estragos 

La foto del niño sirio es en una playa de Turquía, país que junto a Arabia Saudí o Qatar podrían tener complicidades inconfesables con el Estado Islámico y la desestabilización de  la zona, que a la vez provoca el éxodo masivo a Europa. Es indignante que los países más ricos del golfo no hayan dado asilo a ningún refugiado sirio.

“Paren la guerra”, son las palabras de un joven sirio de 13 años hacia las potencias europeas mientras es retenido en Hungría. La agencia Reuters recoge sus palabras a la televisión Al Jazeera  "Por favor, ayuden a los sirios. Los sirios necesitan ayuda ahora. Solo paren la guerra, nosotros no queremos quedarnos en Europa, solo paren la guerra".

¿Y Europa qué pinta?

En este contexto, tanto la crisis griega como la crisis humanitaria actual, nos hacen replantearnos cuál es el papel de Europa, cual es nuestro horizonte ¿Somos simples convidados de piedra? ¿Somos simples receptores sin capacidad ni influencia para acabar con la injusticia?

“El principal problema que aqueja hoy a Europa no es económico, político o militar: es cultural. Mal podremos enarbolar principios, invocar la integridad de nuestras culturas y la cohesión de nuestras sociedades, fomentar una verdadera solidaridad comunitaria con los huidos, si ignoramos quiénes somos, qué herencia traemos y por qué vivimos juntos; si limitamos todo nuestro horizonte a una frágil acumulación de bienestar. Europa necesita una decisión sobre sí misma que señale proyectos comunes, marque límites a su realidad física, geográfica –política, y le permita reconocerse para así reconocer mejor al prójimo. Eso afecta a Europa en su conjunto, a cada nación europea en particular y a todos los ciudadanos europeos en general”.

Si Europa renuncia a tener una identidad cultural, también renuncia a tener una identidad política en el contexto mundial y renuncia por lo tanto a dar su opinión ante las injusticias que se están cometiendo en oriente medio por intereses que no tienen que ver con los intereses de Europa. Mientras tanto cargamos con los caídos y las consecuencias de una miseria que no hemos provocado, a pesar de que leyendas negras interesadas pretendan de manera permanente hacernos cargar con la culpa. 
 
Esto tiene que acabar y la única manera de acabar con esta hecatombe humanitaria es analizando las verdaderas causas de estos dramáticos flujos migratorios, poniendo el remedio en origen, explicando las verdaderas razones de esta injusticia mas allá de fabulas facilonas, porque la frase “la verdad os hará libres”  tiene más vigencia que nunca en estos tiempos caóticos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario