miércoles, 3 de octubre de 2018
El cupo y la revolución
El cupo y la revolución
Opinión / 28 noviembre, 2017
Ricardo Chamorro
La reacción de todos los poderes y partidos del sistema, ante la constatación de las injusticias territoriales que existen en España, evidentes desde hace muchos años, demuestra que el Estado español no es un Estado Nacional al uso.
Vivimos en un Estado donde poderes no democráticos se infiltraron en la transición del 78 para el desarrollo de un Estado Asimétrico y no Nacional, es decir un Estado Neo Feudal al margen de la soberanía nacional en beneficio de determinadas oligarquías territoriales y económicas.
De manera análoga al relato del Rey desnudo, el partido Ciudadanos a través de su oposición al Cupo Vasco, ha quitado vendas, dejando claro que no vivimos en un Estado donde exista igualdad de derechos y oportunidades entre españoles. Existen territorios privilegiados, con privilegios refrendados por nuestra Constitución, como es el concierto económico vasco y navarro, así como territorios en cola para obtener su cupo como es el caso de Cataluña
Vivimos en clave neo feudal, los capos autonómicos de los territorios privilegiados, vienen desde hace 40 años a la Villa y Corte a recoger sus prebendas, que se llevan a sus dominios en forma de concesiones para contentar a sus vasallos.
La rebelión de las élites neo caciquiles
El fallecido profesor Navarro, Pascual Tamburri, en un artículo en 2008 denominado “La crisis hará ricos a los caciques autonómicos (también “liberales”)” decía lo siguiente:
“¿Qué es una autonomía en términos económicos?
Una región autónoma, histórica, reciente o mediopensionista, foral, tribal o insular, de derechas, de izquierdas o de neardentales, es ante todo un organismo de poder. Es decir, está gobernada por unas personas que quieren seguirla gobernando. Podrán querer además otras cosas, pero si algo ha cambiado en España es todo lo relacionado con la aparición de esta nueva oligarquía advenediza que no está dispuesta a perder el poder y a volver a su gris normalidad previa. Para conservar el poder, usarán todos los medios públicos a su disposición…”
“El peligro de la pulverización autonómica del gasto público no está en la izquierda o en la derecha, sino en la misma naturaleza de la casta improvisada que se aferra a ese poder. Unos hablarán de gasto social, otros presumirán de austeridad liberal y unos terceros serán hermafroditas si se tercia; pero el verdadero problema en tiempos de crisis es la misma incapacidad del Estado para tomar decisiones como resultado de la institucionalización de los herederos de los viejos caciques.”
Para Tamburri era evidente en 2008 la crisis del sistema autonómico. Lo que estamos viviendo hoy, sobre todo en Cataluña y País Vasco, es el final del camino donde las élites caciquiles están quemando sus últimos cartuchos frente a un Estado moribundo, rebelándose frente a la reacción del propio pueblo español que reclama, cada vez mas alto, la igualdad de oportunidades y derechos de todos los españoles, es decir reclama algo tan básico como la capacidad de ejercer la soberanía nacional para hacer las reformas necesarias hacia un Estado justo para todo el pueblo español, al margen de territorios o prebendas decimonónicas.
El Estado Neo Feudal
Jose Javier Esparza utiliza el término neofeudal para referirse a la génesis de nuestro Estado y señala el propio desafío que tiene el pueblo español, es decir el sujeto político soberano, frente al Estado neofeudal:
“Nuestra democracia no descansa sobre la soberanía nacional, sino que se basa en una perpetua tensión entre el interés general del Estado y el interés neofeudal de las facciones de poder; interés este último, por cierto, que no cabalga solo en las carteras de los partidos separatistas, sino también en los portfolios de entidades financieras, compañías eléctricas, grupos mediáticos, etc., cada uno de ellos con sus correspondientes influencias en los partidos del sistema. Para colmo de males, el interés neofeudal se justifica a través del discurso de la democracia y el antifranquismo, de manera que, a efectos de opinión pública, tiende a parecer más legitimo que el propio orden legal del Estado. Por eso vivimos en esta perpetua histeria político-institucional…”
“El desafío de hoy: que la ley, el Estado, el poder público, la Constitución, se impongan sobre el interés neofeudal. En otros términos: que las instituciones de 1978 doblen el brazo del sistema de 1978. No va a ser fácil.”
Una revolución española
España necesita una revolución que frente a los privilegios territoriales autonómicos reivindique la Nación, frente a la asimetría reivindique la igualdad de oportunidades, frente a lo arbitrario el imperio de la Ley, frente al chiringuito oligárquico un Estado español al servicio del ciudadano, frente a la especulación el trabajo, frente a los caciques autonómicos el interés general, frente al consenso la aplicación de la Ley y la Constitución, y frente a la partitocracia una sociedad civil española dueña de su destino.
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