miércoles, 3 de octubre de 2018
Soberanía y humillación
Soberanía y humillación
Opinión / 10 abril, 2018
Ricardo Chamorro
En el año 2012, el que fue ministro de Exteriores de España elegido por Mariano Rajoy, José Manuel García Margallo, decía en un café ante cientos de periodistas que “es una estupidez hablar ahora de soberanías nacionales, porque vivimos en un mundo de soberanías compartidas”, “la única diferencia es de grado, no hay ninguna diferencia constitucional”.
Después de estas frases tan grandilocuentes, sufrimos al año siguiente las consecuencias de la Sentencia del Tribunal de Estrasburgo derogando la Doctrina Parot, obligándonos a soltar a terroristas, criminales y violadores.
El pasado jueves nos volvieron a humillar en Alemania con la puesta en libertad del golpista secesionista Puigdemont obviando la Euroorden cursada por España. El portavoz de la mayoritaria Asociación Profesional de la Magistratura, Celso Rodriguez, declaraba que “no cumplir una euroorden implica no reconocer la soberanía de un Estado, negar una parte de nuestra soberanía, la capacidad de un país para legislar y aplicar su derecho”.
Ese mismo jueves el Ayuntamiento de Bayona en Francia inauguraba un monumento titulado ‘Arbolaren egia’ (La verdad del árbol), donde de un hacha invertida, símbolo de ETA, surge un árbol. La escultura fue encargada por el Ayuntamiento para los actos previstos en el País Vasco francés por el denominado proceso de paz, y participaron EH BILDU, así como otros políticos franceses y del resto de Europa, que se vanaglorian de defender los derechos humanos humillando a las víctimas del terrorismo etarra que se han mostrado indignadas.
Opiniones sobre la Soberanía Nacional de los partidos
Los de PODEMOS dicen ser los hermanos de Syriza en España, pero su defensa de la soberanía nacional es contradictoria al cuestionar la propia integridad territorial de la nación española y que se trocee la propia soberanía asumiendo los falsos dogmas del secesionismo. Fraccionar la soberanía, relativizar la nación, es debilitar al propio sujeto político que debe resistir y defender los intereses de los ciudadanos frente a los embates globales.
Los del PSOE consideran discutida y discutible la nación española, mientras que se han entusiasmado con la cesión de soberanía al exterior y con la cesión de poder interior a las autonomías. La historia del PSOE es una historia de cesión hacia las internacionales y sumisión a otras naciones como Francia o Alemania.
Los de UPyD reivindican la soberanía nacional de manera puramente jacobina frente a los nacionalistas en el interior, pero son firmes defensores de la cesión de la soberanía al exterior.
La visión de CIUDADANOS está muy en línea con UPyD, cesión de soberanía, rechazo a las identidades, federalismo y reivindicación de la nación laica y jacobina.
El único partido con repercusión, que públicamente dice anteponer la soberanía nacional y la dignidad nacional por encima de cualquier otro interés es VOX.
¿Qué es la soberanía nacional española?
Los conceptos de soberanía e incluso un esbozo de la identidad patria, están definidos en la propia Constitución española: La patria común es España: “La Nación española es la patria común e indivisible de todos los españoles” (Artículo 2 de la Constitución Española). La Constitución se fundamenta en ella, al fundamentarse la Constitución en la nación española se está afirmando que la nación es previa, y para que ello sea así la nacion debe tener una identidad histórica, comunitaria, humana y cultural única e indisoluble. España seria ante todo y sobre todo una realidad unica que se ha proyectado en la Historia.
Soberanía: La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado (artículo 1.2 de la Constitución Española). La soberanía nacional es un concepto que le da todo el poder a la nación, es decir a los ciudadanos. El singular pueblo español es el sujeto político soberano. Hace pertenecer la soberanía a la nación, una entidad abstracta y única, vinculada normalmente a un espacio físico (la “tierra patria”), a la que pertenecen los ciudadanos presentes tanto como los pasados y futuros, y se define como superior a los individuos que la componen.
La formulación se acuñó en el artículo 3 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (Revolución Francesa) y determinó que “toda soberanía reside esencialmente en la nación”. Así la soberanía nacional se concebirá como una, indivisible e inalienable, que no puede confundirse con los individuos que la conforman.
Hay que creerse la Soberanía Nacional en España primero y luego reivindicarla en el exterior
Son muchos en España los que desprecian la Soberanía Nacional y por lo tanto la Nación Española. Desde el siglo XIX donde los partidarios del absolutismo gritaban “Vivan las cadenas, muera la nación”, pues lo de milicia nacional y soberanía nacional les parecían términos liberales; pasando por los separatistas, o por los partidarios de la cesión a organismos extranjeros globales y sumisión a internacionales de distinto cuño como la socialista.
La última vez que tratamos de reivindicar tímidamente un papel en el mundo como nación soberana en el contexto internacional, explotaron una serie de trenes en Atocha un 11 de marzo, produciendo el mayor atentado terrorista perpetrado en Europa. Lo que ha venido después ya los sabemos.
Parece que España tiene una espada de “Damocles” que no le deja tomar decisiones al margen de contextos preconcebidos.
La centralidad de la nación es fundamental. La unidad y el interés nacional, son valores de la patria española, deberían ser el centro de la soberanía política. Todas nuestras alianzas deberían respetar el principio de la soberanía, en la que se organiza la democracia, la ciudadanía y la cohesión social.
Si los políticos que teóricamente nos representan no respetan la Soberanía Nacional, difícilmente nos respetaran en el extranjero el resto de las naciones, y a los hechos me remito.
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