lunes, 4 de abril de 2016
España, crisis de esperanza
España, crisis de esperanza
04/04/2016 .
Además de la crisis económica, de la crisis demográfica, de la apatía política, de la crisis institucional, España y Europa sufren una crisis de esperanza.
Una crisis de esperanza alimentada por una crisis de identidad personal y comunitaria, materializada y reflejada en los datos que hace públicos Efe esta semana en relación a que el suicidio sigue siendo la primera causa externa de muerte en España, con 3.910 fallecidos en 2014, casi once al día, duplicando a los muertos por accidente de tráfico.
Estos datos forman parte de la encuesta "Defunciones según la causa de muerte" que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE) .
El suicidio, más allá de causas económicas
El pensamiento imperante tiende a interpretar todo desde el punto de vista material, de tal manera los suicidios serían a causa de la crisis económica o los recortes.
Objetivamente lo anterior es falso, los suicidios entre las clases medias y adineradas tienen una tasa mucho más alta que entre las clases más bajas. De hecho el suicidio es una patología propia de las sociedades modernas, industrializadas y urbanas, los países en desarrollo tienen tasas bajísimas de suicidios, al igual que las sociedades más rurales donde los vínculos comunitarios están menos dañados.
Según el doctor Ricardo Rozados los hombres o las mujeres tienden más a quitarse la vida cuando piensan esencialmente en sí mismos, cuando impera el individualismo, cuando no están integrados en un grupo social o comunitario, cuando la autoridad del grupo y la fuerza de las obligaciones impuestas por un medio estrecho y fuerte no reduce los deseos que los animan a la medida compatible con el destino humano. La tendencia al suicidio es habitual en aquella persona que permanece sola y no quiere saber nada de la sociedad; está en la soledad, más no le agrada, pero sigue solo (o sola), en otras palabras, le afecta y le duele estar solo, mas no cambia su situación, por tal razón desea morir.
En las sociedades modernas, la existencia social ya no está regulada por la costumbre, existe un desorden social; los individuos compiten permanentemente unos con otros, esperan mucho de la existencia y les piden mucho, y por lo tanto están acechados perpetuamente por el sufrimiento que se origina en la desproporción entre sus aspiraciones y satisfacciones.
Según el doctor Rozados los indicadores de tendencia al suicidio en una sociedad serían:
La percepción de que los líderes de la comunidad son indiferentes a las necesidades de la población. La sensación de que no se puede lograr nada, en una sociedad imprevisible y carente de orden. La idea de que los objetivos que se han fijado, se alejan en lugar de realizarse. Sensación de futilidad, de que todo esfuerzo es vano. Percepción de que no se cuenta con nadie y con ningún tipo de apoyo.
El sociólogo Robert Morrison Mciver definió el estado personal propenso al suicidio como anomia, "como un estado de ánimo, en el que está roto o mortalmente debilitado el sentido de cohesión social, que es uno de los principales resortes de la moral del individuo".
Mciver da una connotación psicológica a ese estado y "sería el estado de ánimo del individuo, cuyas raíces morales se han roto, que ya no tiene normas sino impulsos desconectados, sin ningún deseo de continuidad de grupo, ni de obligación. El individuo anómico, se ha hecho espiritualmente estéril, solo responsable ante sí mismo. No le interesan los valores de otros individuos. No tiene sentido comunitario alguno. Su única fe es la negación. Vive en la frontera de ningún pasado y ningún futuro".
Problema del que nadie habla
La crisis de valores que vive nuestra sociedad se ve claramente en estos datos escalofriantes de suicidios. A pesar de lo evidente del problema, como en el caso de la crisis demográfica, los medios de comunicación y nuestros políticos se centran en frivolidades, nadie considera la posibilidad de pararse y reflexionar hacia dónde va nuestra sociedad.
Creo que un importante remedio para esta sociedad, sería el reconocimiento de un bien común por encima del interés individual, una sociedad donde tenga más importancia el ser que el tener, una sociedad del bien-ser más que una sociedad de bienestar. Recobrar los lazos comunitarios que empiezan por la familia, recuperar la esperanza en nosotros mismos, en nuestra identidad.
El suicidio es la ausencia de esperanza y sin esperanza una sociedad no tiene futuro.
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