Imperio de la Ley frente a consenso
Opinión / 21 noviembre, 2017
Ricardo Chamorro
La muerte del Fiscal General Maza ha sido un varapalo para los que veíamos un atisbo de esperanza en relación al imperio de la Ley.
La dinámica absurda por la que el imperio de la Ley en España se plegaba a las consignas políticas parecía que había terminado.
La prisión de los secesionistas golpistas ha sido un varapalo para los defensores de la partidocracia y para aquellos que piensan que la justicia es una herramienta moldeable en función de intereses políticos.
Ahora era el momento de aplicar toda la Ley frente al secesionismo, ejecutar las sentencias del Supremo suspendidas en Cataluña, intervenir esa máquina mediática totalitaria llamada TV3, parar el adoctrinamiento en las escuelas, tomar las riendas de los Mossos y desplegar ampliamente todos los efectos del artículo 155.
Con la inaccion nos arriesgamos a que sea inútil la actuación de la justicia y que se produzca lo contrario a lo que se pretende, la victimización y el reforzamiento de movimiento separatista.
El Putsch de Múnich
Es necesario observar la historia para darse cuenta que los movimientos revolucionarios siempre se fortalecieron con gente que primero estuvo en la cárcel, y con ese marchamo victimista y rebelde, terminaron haciendo la revolución.
A pesar de los matices que separan a ambos movimientos políticos y épocas, es curioso recordar como el movimiento Nacional Socialista se fortaleció y pudo construir sus verdaderas bases, después de que intentaran el golpe de Estado en Múnich el 9 de noviembre de 1923, donde Hitler y el resto fueron internados en prisión.
Llegaron al poder 10 años después del golpe, aprovechando la debilidad y las contradicciones de la república de Weimar.
Utilizando el consenso, pactos Hitler-Hindenburg, y la fuerza social, llegaron a conquistar el Estado, intentado la vía golpista previamente.
La decisión de Lamela
La decisión de la juez Lamela no beneficia a nadie en el plano político, es una decisión de una institución del Estado basada en derecho. Que funcione el Estado de Derecho, el imperio de la Ley, es la base de la libertad.
Las plañideras de todo signo político, de derecha a izquierda, acostumbradas a que las togas se manchen con el polvo del camino, gimotean por las esquinas.
Claman porque los delitos no sean juzgados y los delincuentes sean amnistiados como solución política, al margen de la justicia, que vuelva el pensamiento mágico llamado consenso.
Perdonar delitos, modular el Estado al margen de la ciudadanía, es el deseo de la oligarquía partitocratica imbuida por el pensamiento mágico del consenso.
Ya decía el profesor Garcia Trevijano que: “El consenso es un valor negativo, no puede haber ni ciertas dosis, ni mínimas, ni máximas. El consenso es contrario a la libertad y, justamente, donde hay consenso, no hay libertad. Por tanto, es difícil pasar de la dictadura a la democracia; incluso el pensamiento político de los griegos (Aristóteles) ya decía claramente que de la dictadura no se pasa a la democracia, se pasa a la oligarquía, porque ésta es una degeneración de la dictadura y, asimismo, también aseguraba que la degeneración de la oligarquía genera la democracia”.
El consenso al margen de la Ley nos lleva al totalitarismo.
No es momento de invocar el consenso frente a las instituciones del Estado, es momento de aplicar la Ley; no es momento de reformar la Constitución sino que se cumpla la que tenemos; no es momento de criticar la aplicación de la Ley sino de respetarla; no es momento de amilanarse en el cumplimiento del artículo 155 de la Constitución sino de aplicarlo con todas las consecuencias y es momento de estar con el Gobierno de España siempre que cumpla su mandato.