sábado, 8 de septiembre de 2018
Vivan las cadenas y muera la nación
Vivan las cadenas y muera la nación
Opinión / 26 septiembre, 2017
Ricardo Chamorro
‘¡Vivan las cadenas!’ es un lema o frase que acuñaron en 1814 los defensores del absolutismo en España.
Supuestamente surgió de forma espontánea cuando, a la vuelta de Fernando VII del destierro impuesto por Napoleón, hubo un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza para sustituirlos por personas del pueblo que tiraron de ella. Con la famosa frase se pretendía justificar la decisión del rey de ignorar la Constitución de 1812 y el resto de la obra legislativa de las Cortes de Cádiz para gobernar de nuevo como monarca absoluto.
En 1823, cuando los Cien Mil Hijos de San Luis dieron carpetazo al Trienio Liberal, la frase conoció otra adaptación ‘¡Vivan las cadenas y muera la nación!’, ya que “nación” era una palabra liberal asociada a conceptos como soberanía nacional, milicia nacional, bienes nacionales, etc.
Un grito para Podemos
El desprecio a la soberanía nacional y por lo tanto a la nación española de los miembros de PODEMOS es más que palpable.
Podrían gritar esa frase nuevamente los de Podemos, ¡Vivan las cadenas y muera la nación! Vivan las cadenas es mantener la dinámica de sumisión hacia el separatismo por parte de Madrid, que lleva encadenado a los privilegios catalanes y vasco-navarros desde hace siglos en detrimento del resto de españoles, y muera la nación es el fin último de esa dinámica. Muera la soberanía nacional, muera la unidad del Estado, muera la igualdad de derechos entre españoles y muera la nación española, viva el Estado plurinacional asimétrico antiespañol que es la esperanza de “Podemos”.
La sumisión de Podemos y una parte de la izquierda hacia el separatismo es evidente, su servilismo es hacia un separatismo vasco y catalán que a diferencia de otros separatismos como el irlandés, ha sido un movimiento instado por la burguesía local para perpetuar la posición de esas regiones como privilegiadas en el contexto territorial español y posicionar a sus elementos, empresarios e industriales de confianza, dentro de la oligarquía político económica del Estado español.
García Molina pelotea al separatismo, traiciona al Estado
José García Molina se reunió con Oriol Junqueras este viernes en Barcelona, en plena crisis golpista. El secretario general de Podemos en Castilla-La Mancha y vicepresidente segundo del Gobierno regional, José García Molina, se reunió con el vicepresidente del Gobierno de la Generalitat y conseller de Economía y Hacienda, Oriol Junqueras.
Según el partido PODEMOS, se reunió con Junqueras para instar al “diálogo desde la diferencia”
García Molina expresó que se mostraba contrario a “la vía intervencionista y represiva emprendida por el Gobierno del PP contra Cataluña” y se mostraba partidario del “derecho a decidir” de los catalanes. Es decir, se muestra contrario a la intervención del Estado para el cumplimiento de la ley y ataca a la soberanía nacional, es decir los castellano-manchegos y el resto de españoles, según García Molina, no tenemos derecho a decidir sobre parte de nuestro territorio nacional.
Contestar al golpismo con la verdad
El señor García Molina, si fuera una persona coherente, le podía haber comentado a Junqueras que tanto derecho tiene un catalán como un castellano-manchego a tener autonomía o a decidir sobre el territorio español, y si es insostenible el sistema lo será para ambos.
Los de PODEMOS les podrían decir a los separatistas catalanes y vascos, que la desaparición de los fueros y las aduanas interiores fue la liquidación de una reliquia jurídica del Antiguo Régimen que existió en todos los países y regiones de Europa hasta la Revolución Francesa que hizo incompatibles los privilegios medievales con los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Los de PODEMOS les podrían explicar a los del PNV, que celebraban el ABERRI EGUNA (día de la patria vasca) este fin de semana, que los fueros no son ninguna excepción de España y que todos los reinos europeos eran un mosaico de provincias, feudos, ciudades, señoríos, corporaciones y estamentos que se complacían de su originalidad, sus restos de autonomía y sus privilegios medievales pero que estábamos en el siglo XXI y que se dejaran de mandangas.
García Molina podría explicar a los separatistas que nuestra región, actualmente denominada Castilla-La Mancha, fue repoblada y organizada jurídicamente a través de miles de fueros, cartas pueblas y que uno de los más importantes fueros de España es el Fuero de Cuenca del siglo XII. Les podía haber dicho que si ellos tenían autonomía, todos tenemos derecho a tenerla, aunque les parezca mentira símbolos como la bandera de Euskadi, la Estelada y la de Castilla-La Mancha son igualmente inventadas, sin tradición histórica alguna, con la sola diferencia de años.
Les podía haber dicho, en definitiva, que el café para todos de nuestra transición no fue forzar nada sino que o todos teníamos autonomías o ninguna la tenía, que consolidar una situación diferenciada de Cataluña o País Vasco con respecto al resto obedecería a delirios de gente desequilibrada como Sabino Arana o el Doctor Robert, pero no a la objetividad histórica ni a la construcción viable de un estado moderno. Si el “café para todos” actualmente es inviable pasaremos a “racionalizar las autonomías de todos”, los medios caminos para beneficiar a los señoritos insolidarios nacionalistas no se debe admitir bajo ningún concepto.
El único problema de estos señores nacionalistas, a diferencia de los castellano-manchegos, es que ni creen en España, ni creen en la Constitución, ni creen en el sistema autonómico, ni creen en la igualdad entre españoles, sólo creen en su ombligo.
A estos son a los que pelotea PODEMOS y quieren que sigamos encadenados a sus delirios el resto de los españoles
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