sábado, 8 de septiembre de 2018
El 2 de mayo y la España de hoy
El 2 de mayo y la España de hoy
Opinión / 03 octubre, 2017
Ricardo Chamorro
El 2 Mayo de 1808 los españoles se encontraron absolutamente solos frente a la invasión francesa.
Los políticos profesionales querían pactar con los franceses; la alta burguesía estaba afrancesada y no veían con malos ojos las ideas que traía Napoleón; la aristocracia no quería perder sus privilegios y se volvían locos por influir en Napoleón o hacer la pelota a su hermano, Pepe Botella, para mantener influencias; la alta jerarquía eclesiástica no quería problemas y pactaba con el francés la posibilidad de mantener el estatus quo; y la Corona, a pesar de perder el País, se mantenía en una situación de exilio pactado y financiado por el propio Napoleón, sin sufrir perjuicio personal alguno.
Es decir, la elite político económica, las oligarquías del País, hubieran pactado sin problema con el francés, simplemente a cambio de mantener sus privilegios y la estabilidad de haciendas y negocios, la nación les importaba un bledo.
El pueblo se levantó
En eso el pueblo se levantó, la gente en las plazas gritó “España y libertad”, el grito por la libertad de España corrió como la pólvora desde Móstoles a La Mancha, desde Zaragoza a Gerona, desde Bilbao a Burgos, desde Cádiz a Bailen, desde Ferrol a Alicante … Alcaldes de pequeñas poblaciones, muchos militares, curas de pueblo, gente sencilla, familias enteras, se levantaron en armas por la Nación Española y por la libertad de su patria.
La oligarquía político-económica de España hizo lo que no quería haber hecho, tuvo que comprometerse con la Nación arriesgando sus posiciones, al menos de manera aparente. En cuanto pudieron, posteriormente a la salida del francés, volvieron a traicionar al pueblo y a la Nación en muchas ocasiones, y el pueblo tuvo que volver a sufrir los embates y convulsiones debidas a unos malos gobernantes más comprometidos con ellos mismos que con la Nación.
Las proclamas por España
El filósofo español nacido en Vic el 28 de agosto de 1810, provincia de Barcelona, Jaime Balmes, plantea al final de la guerra de la Independencia la cuestión de por qué España se mantuvo unida en torno a la idea y el sentimiento nacional.
“…las ideas, los sentimientos y las costumbres estaban a favor de la unidad en el gobierno. Y hay todavía en esta parte una singularidad más notable, cual es el que sin ponerse de acuerdo las diferentes provincias, ni siquiera haber tenido el tiempo de comunicarse, y separadas unas de otras por los ejércitos del usurpador, se levantó en todas una misma bandera. Ni en Cataluña, ni en Aragón, ni en Valencia, ni en Navarra, ni en las Provincias Vascongadas se alzó el grito a favor de los antiguos fueros. Independencia, Patria, Religión, Rey, he aquí los nombres que se vieron escritos en todos los manifiestos, en todas las proclamas, en todo linaje de alocuciones; he aquí los nombres que se invocaron en todas partes con admirable uniformidad. Cuando la monarquía había desparecido, natural era que se presentasen las antiguas divisiones, si es que en realidad existían; pero nada de eso; jamás se mostró más vivo el sentimiento de nacionalidad, jamás se manifestó más clara la fraternal unidad de todas lasprovincias. Ni los catalanes vacilaban en acudir al socorro de Aragón, ni los aragoneses en ayudar a Cataluña, y unos y otros se tenían por felices si podían favorecer en algo a sus hermanos de Castilla (…) españoles, y nada más que españoles eran…”.
Las proclamas de las Juntas que aparecieron en toda España eran similares en 1808.
Así, la proclama de la Junta Soberana de Galicia invoca:
“Españoles: Entre arrastrar las cadenas de la infame esclavitud o pelear por la libertad no hay medio”.
“Españoles: esta causa es del Todo poderoso; es menester seguirla o dejar una memoria infame a todas las generaciones venideras”.
Así, la proclama de la Junta Soberana de Cataluña invocó:
“Ninguna clase, ningún estado puede eximirse de tomar las armas y organizarse debidamente para repeler la agresión que sufren los derechos del Altar y del Trono, los intereses de la Nación española, su dignidad e independencia”.
Y la “Proclama de los Vascongados a los demás Españoles”:
“Españoles: Somos hermanos, un mismo espíritu nos anima a todos, arden nuestros corazones como los vuestros en deseo de venganza, y con dificultad contienen nuestra prudencia y patriotismo hasta mejor ocasión nuestros indómitos brazos, que ya quisieran derramar sobre el enemigo la muerte que nuestros generosos pechos saben arrostrar intrépidamente”.
“Aragoneses, valencianos, andaluces, gallegos, leoneses, castellanos, etc., todos nombres preciosos y de dulce recuerdo para España, olvidad por un momento estos mismos nombres de eterna memoria, y no os llaméis sino Españoles”.
Este es el drama de España
Esta es pura y llanamente la constante historia dramática de España, desde hace siglos, un pueblo español, en muchas ocasiones perdido y mal dirigido por políticos irresponsables, que se comporta de manera heroica cuando la Nación ya no da más de sí.
Hoy la enfermedad la tenemos dentro, una patología que enfrenta a hermanos y corroe las instituciones y regiones que siempre fueron leales a España.
Hasta hoy el pueblo español se levantó, con mucho sufrimiento, para quitarse el yugo de los que quisieron destruirlo, pero los ataques han sido constantes ¿Podrá el pueblo español resistir hoy, no ya frente a enemigos exteriores, sino frente a un cáncer que ha hecho metástasis interna con la aquiescencia de una oligarquía político económica irresponsable y egoísta, una vez más?
La Nación española está otra vez en nuestras manos, otra vez es cuestión de nosotros, si no reaccionamos, si no defendemos nuestras instituciones aun siendo conscientes de sus fallos, trataran de robárnosla una vez más. Veremos esta vez que memoria dejamos a las generaciones venideras ¡Viva la Nación Española!
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