Franco y Almadén (Ciudad Real)
Opinión / 02 agosto, 2017
Ricardo Chamorro
La polémica ha llegado al Pueblo de Almadén, en la provincia de Ciudad Real, a cuenta de la Memoria Histórica.
Al parecer el alcalde socialista de dicha localidad se opuso a la retirada de los honores del pueblo al anterior Jefe del Estado Francisco Franco, alegando que existían “500 problemas en este pueblo antes” que solucionar y que no se trataba de una cuestión “prioritaria”.
Toda la maquinaria que vive de este asunto y que aviva hechos de nuestra guerra civil de hace 90 años, se han lanzado contra el alcalde con una virulencia atroz, llegando a denunciarlo. Es necesario señalar que especialmente en la España rural, cualquier dirigente responsable trataría de mover lo menos posible aquellos hechos desagradables que enfrentaron a los abuelos de sus vecinos.
La situación del pueblo de Almadén, a pesar de las ultimas bajadas del paro, es preocupante por muchas razones, una localidad y comarca mal comunicada, cuyo cierre de las minas deprimió aun más la zona, donde la juventud huye y donde determinadas circunstancias y mejoras debido a la existencia de las minas han desaparecido del pueblo.
Existe una lucha constante para reivindicar mejoras en la zona por los distintos dirigentes del consistorio frente a la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha. Los temas de matices históricos pueden ser preocupaciones de personas particularmente ideologizadas como PODEMOS o IU, o para el abogado de Madrid que denunció al alcalde, pero cualquier dirigente que tenga un mínimo sentido práctico de lo que es gobernar un pueblo, de las circunstancias sociales de Almadén, es normal que no se quiera meter en estos asuntos.
A esto sumamos que durante el franquismo a través de la acción sindical, el Instituto Nacional de Industria, y la propia acción estatal, Almadén recibió innumerables mejoras, entre ellas se cerró el antiguo presidio fuente de historias turbulentas desde siglos atrás, donde se recluía mano de obra esclava para trabajar en las minas, y se convirtió en almacén de trigo del Servicio Nacional de Cereales, se reconocieron derechos y concesiones por la vía sindical a los mineros, y se creó en 1969, en el solar de la antigua cárcel, la actual Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén que fue referencia en toda España.
Todo lo anterior hace que cualquier dirigente con dos dedos de frente prefiera dedicarse a trabajar por su pueblo y no meterse en camisas de once varas, como ocurre con el alcalde de Almadén del PSOE.
Una vez más las pretensiones sectarias de minorías ideologizadas, se enfrentan al sentido común de una comunidad que pretende campear la crisis lo mejor posible, otros prefieren jugar a remover asuntos desagradables de hace casi un siglo que lo único que logran es soliviantar al pueblo enfrentándolo.
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