domingo, 18 de mayo de 2014

Bipartidismo ¿Hacia un gobierno de coalición?

 

Bipartidismo ¿Hacia un gobierno de coalición?
Lo del gobierno de coalición no deja de ser un fraude a la democracia
           
   
Estamos en la precampaña de las elecciones europeas. Todos los partidos tienen presentada su lista electoral.

En función de algunas declaraciones de dirigentes, parece que miembros de los grandes partidos apuestan más por tratar de mantener y defender políticamente el bipartidismo que por enarbolar sus respectivos programas electorales.
Los reproches, en política, son necesarios y democráticos

Es curioso que un dirigente popular con mucha responsabilidad en esta campaña, declarara al inicio de la misma que "no aporta nada que nos empecemos a reprochar cosas", dirigiéndose al PSOE.

Evidentemente el candidato a las europeas por el PP, Arias Cañete, ha hecho caso omiso a las declaraciones y en Ciudad Real ha dicho que en esta campaña va a "hincharse de datos" hasta que el PSOE pida perdón por la "herencia recibida" por los ´populares´ tras su vuelta al Gobierno a finales de 2011.

Cuando el 37,6 % de los ciudadanos españoles, según el CIS, consideran la corrupción como uno de los grandes problemas del País, cuando una serie importante de escándalos emponzoñan todos los días los telediarios, cuando los datos objetivos de los gobiernos socialistas heredados son nefastos, es poco ortodoxo que en una autentica democracia no existan reproches políticos y mediáticos de control que tiendan hacia el conocimiento de la realidad, la regeneración de un sistema que necesita fortalecimiento de sus bases, de ideas y de medios libres para su enjuague.

La política con mayúsculas no es, ni mucho menos, taparse prudentemente las vergüenzas entre los grandes partidos, sino "coger el toro por los cuernos" dando la batalla de las reformas sustentadas en ideas plasmadas en programas políticos. Es fundamental respetar la voluntad democrática de los ciudadanos y por lo tanto la soberanía nacional, que tanto se está cuestionando por los separatistas.

Plantear cambiar la política del control y del reproche por una teatralización, es ciertamente un riesgo para el sistema. La democracia española se pone en riesgo cuando sus mecanismos de control se anquilosan, cuando las responsabilidades políticas se eluden y los principios fundamentales de nuestra Constitución se relativizan.

Democracia y gobierno de coalición

Los pactos y los consensos puntuales son propios de la democracia, y son siempre positivos cuando se encaminen a resolver, de manera trasparente, asuntos nacionales de calado como ocurrió con la Ley de Partidos que ilegalizó HB. Esta medida estaba en total consonancia con el sentir mayoritario del pueblo español, por lo que fue rotundamente democrática. En cambio la existencia de pactos al margen del pueblo, para fines egoístas, son tremendamente negativos para el sistema.   

Es evidente que es necesario un pacto por patriotismo entre los partidos con vocación nacional, en asuntos puntuales. Ese pacto no puede ser en ningún caso un consenso para taparse las vergüenzas, como ocurrió en Italia tantas veces y tan funestos resultados dio a sus protagonistas, sino un pacto regenerador por la fortaleza de la nación española ante los desafíos externos e internos que se le presentan, eso es una política con mayúsculas.

No obstante lo del gobierno de coalición no deja de ser un fraude a la democracia pues no se respeta la voluntad mayoritaria del pueblo, como ocurre actualmente en Andalucía. Es cierto que es necesario a veces, pero no es la panacea de la democracia como algunos pretenden vender.

El tender hacia la concentración de poder político es más propio de sistemas populistas que de sociedades abiertas, democráticas, plurales, que respeten la libre competencia. Algunos preferimos que se apliquen los programas y las reformas, que se lleguen a consensos puntuales para fortalecer las instituciones, antes que acompasar los tiempos en coalición para continuar en el poder en una España enferma.

Como ya dije en un artículo anterior "el consenso debe respetar el principio de la democracia representativa, este principio, desde que Edmund Burke lo enunciara en su discurso de Bristol en el Siglo XVIII, significa que en la democracia  representativa se basa precisamente en eso, en que estás ostentando el interés de tus votantes a través de tu programa, ese es el vínculo que nos une y el único que hace que esa relación entre elector y elegible exista. Olvidar lo anterior es profundamente antidemocrático."

Las coaliciones, los acuerdos, deben ir siempre después de la clara voluntad de hacer realidad tu proyecto político, tus ideas refrendadas por los electores son lo prioritario en democracia.

 Como decía Antonio Maura, el gran político liberal-conservador creador del reformismo, es importante que los partidos se tomen en serio la democracia, de otra manera la confianza se rompe con los gobernados y las consecuencias pueden ser fatales:

 "Desde el momento en que un partido no está sostenido por la esperanza y la fe en determinadas ideas, principios y soluciones es una simple congregación de los amigos, de los leales, de los agradecidos, o de los caciques, entre los cuales no queda más que una de estas dos relaciones: o el afecto personal, o el interés de la dominación. Y desde ese momento nace la pugna entre el pueblo y el Gobierno, porque el Gobierno sale del partido y sale, en ausencia del pueblo, contra el pueblo...

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