miércoles, 4 de marzo de 2015
Cansados de que nos engañen con el voto
En España desde 1978 ha estado ausente del debate político, como si estuviera proscrita, una opción política que socialmente es aceptada aunque todos los partidos políticos de la transición rechazaron, y es la derecha.
Este estigma no lo podemos achacar al recuerdo del régimen del General Franco, pues este nunca se declaró de derechas, su régimen asumía un concepto totalitario que no reivindicaba ni la izquierda, ni la derecha, un entender la política anclado en conceptos políticos de los años treinta salpimentado de conceptos conservadores prácticos y tecnocráticos. Lo importante para Franco eran los 40 años de Paz, o como dicen algunos ahora el consenso y la estabilidad, la ideología le importaba más bien poco o nada. Partidos que reivindicaron la obra de Franco, como Fuerza Nueva, tampoco se declararon jamás de derechas.
No obstante en la transición hubo consenso para estigmatizar el concepto político de derecha, un concepto aceptado por todas las democracias liberales occidentales desde su propio origen. Aquí la supuesta derecha no era tal, se llamaba centro, algo que no incomodaba a los miembros del régimen que fundaron partidos democráticos y que se habían alimentado de ese rechazo por esos conceptos ilustrados de izquierda y derecha.
Obsesión porque no exista una identidad política clara en la derecha
Lo cierto es que en España existe una obsesión, que no es más que una reminiscencia totalitaria, de que no existan identidades políticas claras que defiendan ideas, aquí todo está mezclado. Esto es más evidente en el sector llamado conservador que en la izquierda, pues en la izquierda sí ha existido voluntad de crear identidades ideológicas de izquierda, por ello el sector conservador español va siempre a remolque de la izquierda.
La esquizofrenia ideológica de España es tal, y el miedo a que surja una identidad política clara en el ámbito de la derecha, que incluso partidos que se autodenominan, ellos mismos, de centro-izquierda, socialdemócratas, social-liberales o progresistas como es el caso de UPyD o Ciudadanos, son definidos por tertulianos políticos, hasta de la radio de la Conferencia Episcopal, como de derechas.
Yo modestamente, definí que es ser de derechas http://www.eldigitalcastillalamancha.es/articulo_opinion.asp?idarticulo=172539&idfirma=&lugar=Cuenca&ant=.
Por otra parte el único partido que se declara de derechas en el ámbito político español es VOX http://www.voxespana.es/vox/.
¿Qué es el centro?
Además el tema del centro ya ha sido analizado, desde hace tiempo, por politólogos y analistas llegando a la misma conclusión, el centro en España no es más que una derecha acomplejada a la que le aterroriza decir su nombre y acaba arrastrada por la izquierda.
Diríase que el Centro no es más que una fórmula vergonzante de la clase política de derechas para ocultar, en unos casos, sus orígenes autoritarios; en otros, su mezcolanza de demócratas con antidemócratas; en ambos, su vacío doctrinal y su identificación nominalista del Poder como centro de todas sus apetencias, como esos "centros" de la copla, que metaforizan la entraña de la mismidad: "me están doliendo los centros, de tanto quererte así". iOh, Poder!, Federico Jiménez Losantos.
El final de los sistemas de partidos cuyo eje es un centro mayoritario es la radicalización o la desaparición de aquel, absorbido o desbordado por la izquierda y por la derecha. Así le sucedió al Zentrum en la Alemania de la República de Weimar, al Movimiento Republicano Popular (MRP) en la IV República francesa o al Partido Radical en Chile... "Por una derecha liberal", Lorenzo Bernaldo de Quirós.
La opción centrista carece de entidad desde el punto de vista estrictamente político. Como señaló en su día Julien Freund, es «una manera de anular, en nombre de una idea no «conflictual» de la sociedad no sólo al enemigo interior, sino a las opiniones divergentes». «Desde este punto de vista –continuaba el politólogo belga– el centrismo es históricamente el agente latente que, con frecuencia, favorece la génesis y la formación de conflictos que pueden degenerar, ocasionalmente, en enfrentamientos violentos». En el mismo sentido se expresa Chantal Mouffe cuando afirma que el «centrismo», al impedir la distinción entre izquierda y derecha, socava «la creación de identidades colectivas en torno a posturas claramente diferenciadas, así como la posibilidad de escoger entre auténticas alternativas». Y concluye esta autora: «Si este marco no existe o se ve desdibujado, el proceso de transformación del antagonismo en agonismo es entorpecido, y eso puede tener graves consecuencias para la democracia». Desde la perspectiva de Thomas Sowell, el «centro» es una «visión» híbrida o incongruente." Pedro Carlos González Cuevas, profesor de políticas en la UNED.
www.twitter.com/rchamode
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