lunes, 24 de octubre de 2016

Una vez más el terror islamista


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Una vez más el terror islamista
   
18/07/2016 .    
Nuevamente Francia y Europa es atacada por el terrorismo islamista, y nuevamente se escucharan a las plañideras de lo políticamente correcto con sus discursos “buenistas” y sus lágrimas de cocodrilo. Mientras el pueblo sigue aterrorizado, la crisis de valores y la deriva de Europa sigue adelante, los políticos siguen con sus formulas fracasadas y pensando solamente en su poltrona, la generosidad y el patriotismo hace mucho que se evaporaron.

Sobre el terrorismo islamista ya escribí en este diario en 2015 “Islam, Terrorismo y Europa”, y me reitero en lo que redacte en aquel momento. Siento que me repita en los artículos de manera tan frecuente pero es que como nada cambia y la política es tan mediocre, los problemas ya analizados tienen el mismo análisis.


Un fragmento de mi artículo:

Islam y Laicismo Radical

El Islam, en principio, no comprende la separación entre Sociedad Civil y Religión.

El Islam, mientras no se acerque a la razón como ofrecía Benedicto XVI, es una doctrina totalitaria en el sentido político. René Marchand, famoso arabista francés, sostiene que el error es nuestro por considerar el islam como una religión más, cuando en realidad se trata de un credo tan religioso como político.

Los jóvenes de ascendencia argelina nacidos en Francia encuentran en las escuelas públicas francesas un laicismo radical, una ideología insípida y neutra que a fuerza de relativizar todo, e incluso de no reconocer lo propio de la cultura francesa, no dan referentes a los jóvenes escudándose en lo políticamente correcto, no reconocen la diferencia, la niegan, y dan lugar a que los hijos de inmigrantes busquen su propia identidad en el Wahabismo o el Islamismo Radical.

El laicismo radical, al igual que el Islamismo, no admite dialogo entre Razón y Fe, quiere ruptura, por lo que termina siendo también totalitario.

El modelo de asimilación francés inspirado por el Jacobinismo, es el de la asimilación en perjuicio de la integración. Reconoce solo individuos desarraigados y excluye a las comunidades de la vida pública. Produce, en consecuencia, ciudadanos de segunda clase e individuos separados de sus raíces.

El laicismo moderno cuanto más cree luchar contra la exclusión queriendo hacer de los inmigrantes individuos desarraigados "como los demás nacionales", más contribuye al advenimiento de una sociedad donde la rivalidad mimética desemboca en la exclusión y la deshumanización generalizadas.


Un artículo escrito 2012

En marzo de 2012 escribí en El Semanal Digital un artículo denominado "Cuando el asesino francés se llama Mohamed", en relación con el asesinato en Francia de tres niños de un colegio judío y un adulto, además de tres soldados paracaidistas, por Mohamed Merah, donde argumentaba lo siguiente:

"Hoy sabemos que Mohamed Merah es el sospechoso de estos horribles asesinatos, un joven de origen argelino, de nacionalidad francesa, loco de odio hacia la sociedad europea y occidental. Sus declaraciones atestiguan este rechazo hacia la tierra en la que nació, a la que en realidad desprecia y donde se encuentra absolutamente desarraigado. Este asesino tiene un perfil delictivo e ideológico similar a los detenidos como autores del 11M donde murieron casi doscientos españoles.

Parece que ha sido un joven trastornado por el islam victima de las políticas de integración multicultural acomplejada progresista, que no han conseguido la asimilación social a la realidad cultural francesa de inmensas masas de inmigrantes musulmanes, que ante el relativismo manifiesto hacia la propia identidad nacional de ese país han optado tranquilamente por la creación de guetos al margen de esa Francia que desprecian, siendo caldos de cultivo de marginación, desarraigo, fundamentalismo y delincuencia desde hace muchas décadas.

La realidad de esta situación, que ya ha explotado demasiadas veces en Europa, enmascara en si un drama que pocos se atreven a denunciar, una inmigración de masas, consecuencia de los efectos desestabilizadores de la globalización económica, que desarraiga a los emigrantes y causa socialmente estragos en los países receptores y emisores.

Creo que ha llegado el momento en Europa de dejar de relativizar los dramas de la inmigración bajo la hipocresía de los dogmas buenistas, que ignoran reiteradamente una situación problemática desde el punto de vista social comunitario que causa desestabilización y produce monstruos…".


El equilibrio está en nosotros

Creo que la solución no se basa en mitos creados en occidente como la alianza de civilizaciones o el mito de la perfecta convivencia de culturas donde los occidentales terminamos despreciando lo propio por un fin homogeneizador.

No reconocer las raíces cristianas de Europa en la propia Constitución europea o despreciar nuestra propia identidad no ayuda en el dialogo con el otro, ni la defensa de occidente y sus valores, sino todo lo contrario.

Afirmar nuestra identidad así como respetar la diferencia es reconocer posiciones y realidades ante un mundo complicado que se nos viene encima. Seguir relativizando todo, haciendo castillos en el aire, sí que pude ser el origen del desastre.

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