miércoles, 23 de enero de 2013
Ante la indignación, más España
EL SEMANAL DIGITAL
2 de junio de 2011
EN TIERRA DE CABALLEROS
Ante la indignación, más España
El movimiento de indignados paso de ser una mera anécdota a convertirse en una causa de reflexión nacional.
Realmente existe una indignación en relación a un sistema que no termina de convencer al pueblo español, que se siente manejado por intereses que ni comprende y que intuye que le están arruinando.
La intención de la izquierda progre de monopolizar las acampadas no ha sido del todo posible ya que la realidad de las gentes que asistieron a las concentraciones ha superado las expectativas de los organizadores, la pluralidad de gentes y de ideas ha sido absoluta. No obstante cada vez que va pasando el tiempo el poso que va quedando en las acampadas forma parte, mayormente, de la indigencia intelectual sesentayochista, pero la gente que estuvo entre los inicios y el 22 de mayo fue muy heterodoxa y por lo tanto considero que es la razón por la que el movimiento no explosiono en una revuelta ultraizquierdista frente a la derecha.
Lo cierto es que el 22 de mayo la izquierda del PSOE sufrió la mayor derrota de su historia y todo en un ambiente de indignación generalizado hacia el sistema.
Ahora habrá que preguntarse cuál es el problema que tiene este sistema, ¿Es solo un problema económico o hay algo más?
Algo que comparto con los indignados es que los valores políticos o éticos del Estado, como entidad aglutinadora de los distintos organismos en los que se estructura la sociedad y no como Leviatán burocratizado, deben dominar sobre las estructuras económicas.
Así lo dicen ellos:
Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro.
Pero el mercado es lo que es, su naturaleza y su objetivo está claro ¿Qué deberíamos hacer para tratar de controlar en mayor medida nuestro destino? Para no ser simplemente productos de mercado en este sistema que se caracteriza en ser reino de la cantidad, del número y de masas anónimas, deberíamos reafirmar nuestra identidad comunitaria, nuestra unidad histórica y natural, identidad plural que ancla sus orígenes en Roma, es decir incidir más en España y nuestra españolidad.
Por ello no comparto con los indignados que no se permita sacar la bandera de España, porque precisamente las naciones, comunidades naturales, históricas y humanas unidas, son las únicas que pueden convivir con los mercados siendo el parapeto protector de sus ciudadanos nacionales frente a la globalización. España es la comunidad más vasta, donde se integran las dimensiones espirituales, morales y materiales del pueblo español, sin esa identidad seriamos solo números unidos únicamente por el mercado y seriamos perfectamente manejables como individuos. Rechazar nuestros rasgos comunitarios y de identidad, es como si en el tráfico mercantil una empresa tratara de competir sin imagen corporativa diferenciada, ni estructura jurídica alguna.
La persona sin un conocimiento de su historia pasada, sus orígenes y su cultura es como un árbol sin raíces, con una pequeña brisa cae al suelo.
Los mercados y la competitividad son fuerzas positivas que crean movimiento, pero en si mismo atienden a la lógica mercantil ante la cual la homogeneización de las sociedades reduce la diversidad y convierte a todos los individuos en clientes potenciales de productos únicos y globales. Ante dicha intención, propia del carácter de los mercados, las naciones deben fortalecer su identidad y sus rasgos históricos, culturales y de carácter, para cimentar entidades fuertes que convivan con los mercados aprovechando su energía para hacerse más competitivas y exigentes.
Como dice el escritor, político del PDL italiano y director del centro de estudios de la Fundación Nueva Italia, Salvatore Santangello, "la lección más clara que nos llega del escenario despiadado de la economía globalizada es que los Sistemas-País más eficaces y victoriosos son los que más intensa, radical y arraigadamente cimentan su «virtud» competitiva (y la alimentan) en su patrimonio genético, en su historia, en la historia de su tierra y de las «personas», individuales y colectivas, que la pueblan. En otros términos, el horizonte significativo en el cual los Sistemas-País encuadran el sistema de inteligencias, experiencias y competencias que los hace mejores es exquisitamente comunitario."
La idea de España surgió para organizar y estructurar comunitariamente la península ibérica tribal, por parte de Roma, incorporándola a la historia de occidente, resurge como refugio e idea organizativa a la que volver cuando cae el imperio, resurge como ideal común que mantienen reyes, soldados y labriegos que por medio de fueros repueblan y reconquistan España del poder agareno, resurge como ideal estructurador y de destino de soldados, religiosos, poetas e idealistas, evoluciona como fuerza de defensa del pueblo ante la invasión francesa en Móstoles o en Gerona, se mantiene como parapeto del pueblo ante los privilegios y abusos del antiguo régimen, es utilizada por ambos bandos para ensalzar el patriotismo del pueblo en nuestra guerra fratricida con resultados desastrosos, es la responsable de que hoy disfrutemos de un Estado Democrático y de Derecho, así como de una Constitución donde se señala expresamente la igualdad de los españoles y la unidad indivisible de la Nación Española.
España ha sido mayoritariamente refugio y esperanza de los humildes. España ha sido invocada por personajes de distintas ideologías, idea superior a las tendencias de izquierda y derecha, Rafael Alberti, Picasso, Gabriel Celaya, Miguel Hernández, Luis Rosales, Dalí, Unamuno, Baroja, Ortega y Gasset, Azaña, Claudio Sánchez Albornoz, Gregorio Marañón, Ramiro de Maeztu, Azorín, los hermanos Machado, Pedro Laín Entralgo, Torrente Ballester, Pérez de Ayala…
A pesar de sus luces y sus sombras España es la única estructura posible cuyo cuidado, fomento y buena gestión, fuera de sectarismos, sería el recurso del pueblo para mantener su estado social de bienestar y enfrentarse al siglo XXI con un escudo protector ante los mercados sin alma que preocupan tanto a los indignados.
Rajoy hablo en esta línea hace unos años afirmando: "Quiero que España vuelva a sentirse segura de sí misma: de lo que es y de lo que quiere. Quiero que los españoles fortalezcamos lo que nos une. Y lo quiero porque de este modo podremos estar en la vanguardia del siglo XXI y afrontar con éxito los retos inaplazables que nos pone por delante el nuevo milenio en seguridad, competencia, investigación, empleo, medio ambiente o inmigración."
La presidenta electa a la Junta de Castilla la Mancha y secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, también argumento en esta línea en relación al proyecto del PP "La idea de que España es un gran país, la idea de que la libertad es la mejor conquista de los españoles, la idea de que esa libertad es la base de la igualdad y del avance. La idea de que tenemos un país del que estamos orgullosos y del que nos sentimos parte".
Fomentar la idea de España, su unidad de mercado, su historia, su trascendencia universal, su identidad única y plural, es un gran objetivo, aparte de un buen negocio, que cualquiera que quiera sacar a nuestro pueblo de la crisis tendrá que tener muy presente.
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