sábado, 12 de enero de 2013
España progresista frente España rural. La supresión de la media veda
EN TIERRA DE CABALLEROS
España progresista frente España rural. La supresión de la media veda
El Semanal Digital 28-3-2011
La ideología progresista que enarbola Zapatero tiene un enemigo difuminado que hay que identificar y se trata de la España rural.
Sí, hablo de esa España rural dura que labra la tierra, cuida el ganado, bebe el vino de la tierra o caza los domingos con los amigos.
Esa España representa un enemigo a extirpar de la conciencia colectiva española que pretende el progresismo moderno. El progresismo ve en esta España rural todo lo que odia: sentimiento comunitario, familias unidas en torno a una comida, mujeres preparando caldereta, hombres de matanza, fiestas religiosas…
En el ámbito rural se percibe al individuo como miembro de un conjunto, de un todo orgánico y este lazo social es pródigo en solidaridades fundadas en el parentesco o la vecindad. El progresismo, en cambio, es individualista y considera que la legitimidad de las sociedades reposa sobre un individuo abstracto, separado de sus vínculos.
Algunos acontecimientos ocurridos en la región castellano-manchega atestiguan lo que digo.
Uno de ellos es la supresión de la modalidad de caza de la media veda por dejación de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha ante un recurso promovido por ecologistas en acción. En este caso la Asociación de Titulares de Cotos, Cazadores y Afines a la actividad cinegética de Castilla-La Mancha, ATICA CLM, está dando la batalla frente a este despropósito.
La media veda es una modalidad de caza que comienza el 15 de agosto (Festividad de la Virgen del Prado en Ciudad Real), permitiendo la caza de cualquier especie a excepción de la perdiz, el conejo, la liebre y la caza mayor.
El ámbito cinegético forma parte del corazón de la España rural, la gente arraigada en los pueblos y comarcas manchegas entiende la caza como parte indisoluble de su ceremonial social. La única manera de que se conserve la riqueza ecológica de nuestros campos es fomentando y respetando las tradiciones que han hecho convivir al ser humano con el medio desde hace miles de años.
Ecologistas urbanitas y desarraigados, desconocedores absolutos de la realidad de la España rural, no pueden imponer un modelo de visión totalitaria a aquellos que llevan disfrutando de la caza y de las tradiciones rurales desde tiempo inmemorial y en equilibrio con el medio. El desprecio hacia el saber popular y la tradición basándose en frías estadísticas y teorías vanas no hace más que perjudicar al campo y tratar de borrar de un plumazo un saber latente transmitido de padres a hijos.
Ortega y Gasset decía que "La caza torna paleolítico al hombre civilizado y le procura unas vacaciones de humanidad". Ortega circunscribe en esta frase la idea progresista e ilustrada de que lo rural representa lo atrasado, lo negativo, lo bárbaro, lo incivil. Miguel Delibes, un enamorado de la caza, compartía este sentimiento pero viéndolo como algo positivo, es decir un baño de primitivismo en el que se sale al campo a competir, a comprobar si sus reflejos, sus músculos y sus nervios están a punto. Para Delibes en la caza confluyen sentimientos de confrontación, inteligencia y resistencia física. El hombre al volver a su medio natural vuelve a disfrutar de sensaciones que estimulan sus sentimientos de arraigo y naturaleza original.
Delibes, en un pasaje, de Diario de un Cazador describe el sentimiento del cazador previamente al comienzo de la media veda cuando hablando de cómo había criado la codorniz ese año y si había habido mala cría dice: "Cuando oigo decir estas cosas me entra frío por la espalda. Desde marzo no he disparado un tiro. ¡Desde marzo, Señor! ¡Se dice pronto!".
Ese frío por la espalda que describe Delibes es el que siente la España rural cuando España "humanitarista", socializante, híbrida, pacifista y pedagógica de ZP suprime la media veda, acaba con los toros o dice que el vino es una droga como ha afirmado el senador socialista Juan Bautista Cardona. El progresismo y la modernidad aborrecen esta España rural, pero puede que todas las teorías nacidas en el seno de esa modernidad y la ruina que están conllevando nos hagan nuevamente volver la mirada al campo y replantearnos si estamos en lo correcto despreciando este patrimonio natural y sociológico. Ese saber popular de nuestros pueblos y aldeas rurales que en otras épocas históricas ha sido refugio ante el cataclismo de Occidente.
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