lunes, 11 de marzo de 2013

Cuando el nacionalismo identitario destruye la identidad

 
EL SEMANAL DIGITAL
1 de diciembre de 2011  
EN TIERRA DE CABALLEROS

Cuando el nacionalismo identitario destruye la identidad
Hemos vivido unos años en lo que todo era discutido y discutible, desde la nación, pasando por la economía, terminando incluso por la propia naturaleza humana.
           
           
           
Los nacionalistas separatistas han cambiado claramente la sociología e idiosincrasia de sus regiones...    
La victoria del Partido Popular debe suponer un revulsivo en relación a las discusiones sobre la realidad histórica de esta nación llamada España. No hay cosa más nefasta para la confianza que discutir todos los conceptos que dan estabilidad a una comunidad nacional.


Hemos vivido unos años en lo que todo era discutido y discutible, desde la nación, pasando por la economía, terminando incluso por la propia naturaleza humana. Este relativismo proactivo de ZP ha permitido la osadía de situar a terroristas y victimas en el mismo plano, decir que la tierra es del viento, que el dinero público no es de nadie, o que un feto no es un ser vivo, por describir someramente algunos ejemplos.

Estas formas de la izquierda heredera del 68, que cuestionan cualquier realidad por muy  evidente y natural que se muestre, es aprovechada por otros relativistas disfrazados de profetas de la identidad que no son otros que los nacionalistas separatistas.

Estos señores, que no estiman la verdad la cual retuercen en función de sus propios intereses, han dado lugar a situaciones extravagantes que nadie se atreve a desmentir con contundencia, por el supuesto apoyo democrático que parecen tener, dando carácter de dogma a estupideces de gran calibre.

Si mañana en mi casa mi mujer e hijas decidieran democráticamente que no existo, seguiría existiendo a pesar de ese quórum. Lo mismo ocurre con la historia de España y los hechos objetivos que la conforman como nación.

Los nacionalistas separatistas han cambiado claramente la sociología e idiosincrasia de sus regiones, pretendiendo vender un mensaje donde se muestran como salvadores de las esencias e identidades de determinados ámbitos que denominan naciones o nacionalidades, lo que han hecho es cambiarlas completamente como si de un proyecto de ingeniería social se tratara al más puro estilo totalitario. La sociedad vasca y catalana era una sociedad claramente rural, con un sentido espiritual católico claro, y donde las formas y usos tradicionales de organización social eran una realidad. El romanticismo bucólico del nacionalismo ha evolucionado en una clara secularización de la sociedad donde todo elemento religioso es despreciado, los seminarios diocesanos del País Vasco y Cataluña han pasado a ser de los más numerosos a los menos de toda España en solo treinta años, donde las antiguas sociedades gastronómicas de amigos se han trasformado en locales plagados de política, donde todos los conflictos internacionales tienen cabida desde  las FARC hasta palestina,  donde los ambientes rurales tradicionales han cambiado el chiquito por la litrona,  la droga o la música estridente, los paseos contemplativos por el campo por subidas mecánicas al monte ikurriña o senyera en mano. En relación a algo tan identitario como la demografía es necesario constatar que Cataluña está a la cabeza de España en cuestión de abortos, PNV y CIU se abstuvieron en relación a la Ley Aído y BNG o ERC votaron a favor. Un ejemplo de esta locura nacionalista la hemos podido ver en un video donde niños de una ikastola, son absolutamente adoctrinados haciéndoles participes del conflicto palestino, sin respeto alguno por sus derechos como niños, imbuyéndoles en un mundo artificial y negativo, podéis ver el video pinchando.  El nacionalismo ha llevado lo peor de la modernidad al interior de sus regiones transformándolas por completo con la excusa de defender su identidad.

La identidad de España en peligro

Javier Esparza "Lo que hace delirante al nacionalismo vasco o catalán no es el defender una identidad, sino que su interpretación política de esa identidad, en clave separatista, se basa en una impostura, a saber, la reconstrucción de la historia local como si desde su origen hubiera tendido hacia la conformación de un hecho político nacional. Por eso, porque son una impostura, tienen que recurrir a la coacción, a la exclusión, a la violencia. Nuestros separatismos no son malos porque sean identitarios, sino porque son falsos".

Gustavo Bueno "Lo que corre peligro no es la unidad de España, es su identidad".

Por ello muchos socialistas que decían que "España no se rompe" saben que administrativamente el Estado como tal no se romperá de momento, lo que si desaparece a marchas forzadas es un sentimiento comunitario de pertenencia a España que ya solo se basaría en una unión por interés material, sin lazos fraternos o históricos entre regiones que a largo plazo disolverá el Estado.

La integración de los hechos diferenciales regionales, como parte de la identidad española, es un hecho histórico indiscutible en la propia construcción de la personalidad colectiva de España, desde tiempos de Roma.

Un filosofo nada sospechoso como Fernando Savater argumentaba como todos estos nacionalismos separatistas, que pretenden destruir y cuestionar los estados nacionales históricos como España, hacen claramente el juego a los intereses más negativos que podría encarnar una determinada globalización, debilitando las únicas estructuras jurídicas de contención y de protección social representadas por los estados nacionales.

"A veces, para dar un barniz izquierdista a la propuesta étnica contra la ciudadanía se habla de resistencia frente a la globalización. En realidad, lo que así se lleva a cabo es una labor de zapa contra los estados de derecho existentes que hoy ofrecen al menos un mínimo de garantías sociales y de control democrático ante ese capitalismo global especulativo sin otro objetivo que la maximización inmediata de beneficios. La proliferación de nichos de identidad étnica no sólo no contraría los aspectos más perversos de la jerarquización regional del mundo según intereses depredadores, sino que favorece el proceso al debilitar las únicas instituciones nacionales que ahora pueden ofrecer cierta protección sociopolítica".

El construir abismos artificiales entre españoles, en una época tan convulsa como la que estamos viviendo globalmente, solo puede atender a intereses oscuros o a cabezas muy poco practicas. La unidad de España o unidad de mercado, como se la quiera llamar, es algo positivo para que todos salgamos de la crisis. Como dice continuamente Jaime Mayor Oreja "Esta crisis es la crisis de la verdad" y enfrentándonos con la mentira saldremos de la misma.

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