lunes, 29 de abril de 2013

De Fraga a Cospedal. ¿España una nación en extinción?

 
EN TIERRA DE CABALLEROS
Ricardo Chamorro
EL SEMANAL DIGITAL
                           
2 de octubre de 2012  

EN TIERRA DE CABALLEROS

De Fraga a Cospedal. ¿España una nación en extinción?

Es necesario defender los vínculos históricos y comunitarios de los españoles además de lo económico
               

La semana pasada hablé en mi artículo semanal de Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón político que inicio su andadura en Unión de Centro Democrático (UCD) y a mi entender un personaje político nefasto cuyas teorías nublan una defensa clara y concisa de la nación española tan necesaria en estos tiempos. Otros protagonistas de la transición y miembros de UCD tuvieron y tienen claro que es la nación española, y siempre se han batido en su defensa, hablo de ejemplos como el fallecido Gabriel Cisneros o de Jaime Mayor Oreja.

Los tres políticos anteriores desembarcaron después del fracaso de UCD en Alianza Popular, transformado posteriormente en el actual Partido Popular.

Manuel Fraga y el nacionalismo

En 1980 Manuel Fraga, fundador de Alianza Popular,  respondía a preguntas de Manuel Millán Mestre, periodista y político así como  miembro fundador y directivo de El País, lo siguiente en relación a las autonomías:

¿Admite, dados los condicionamientos históricos y políticos impuestos por las partes, que la actual configuración de las autonomías es la mejor?

No. Yo creo que es la peor de todas, y que, mientras no se reforme en serio, no se podrá funcionar con ella.

¿Se integra en un Estado nuevo, o lo que se hace es liquidar un Estado nuevo y todo lo que ello conlleva?

En este punto concreto de las autonomías, lo que se está haciendo es liquidar la obra de 500 años, y es un disparate.

Ergo, el proceso autonómico, ¿resulta un objetivo en sí mismo o un medio para acomodarse a la actual realidad coyuntural de ciertos políticos del gobierno o de determinados partidos?

No hay duda de que por parte de los nacionalismos vasco y catalán se sabía perfectamente lo que se buscaba, y que ellos han pedido lo que les interesaba, y que yo creo que no es lo que le interesaba más a España…

¿Se salvara al final la unidad del Estado?

Yo pienso hacer todo lo posible por salvar la unidad nacional, la de España; pero acabo de afirmar que está en grave riesgo y, por lo tanto, ¡ojo a la responsabilidad de cada uno!
El momento presente

Hoy después de tres décadas de esta entrevista, aquellos errores que señaló Fraga están a punto de resquebrajar la nación española. La agresividad de la ofensiva separatista y la posible mutilación de España reflejan algo que debían tener presente nuestros políticos ante la crisis que vivimos y es que no todo es cuestión de dinero. Si lo fuera todas las prebendas materiales que se han dado a las denominadas nacionalidades hubieran sido suficientes para aplacar las ideas separatistas y no ha sido así sino todo lo contrario.

Lo que peligra es la identidad de España no su unidad material aunque sea caótica, tal y como afirmaba el profesor Gustavo Bueno, pues una comunidad de intereses materiales no es necesariamente una nación, es necesario también el sentimiento de pertenencia como alma del cuerpo nacional.

España es sobre todo una estructura jurídica que refleja una identidad de la que nos hemos dotado a lo largo de la historia los ciudadanos de una determinada parte del mundo para defender nuestra libertad, nuestras peculiaridades y nuestros derechos sociales. Hoy ante la globalización España es más necesaria que nunca para nuestra protección social a pesar de que estemos integrados en estructuras superiores como Europa. Los separatismos debilitan la nación donde las peculiaridades regionales de España son únicamente defendibles a largo plazo.

Como dijo el liberal Ernest Renan "La existencia de las naciones es buena, incluso necesaria. Su existencia es la garantía de la libertad que se perdería si el mundo no tuviera más que una ley y un amo". También dijo que "Una nación es, pues, una gran solidaridad, constituida por el sentimiento de los sacrificios que se ha hecho y de aquellos que todavía se está dispuesto a hacer. Supone un pasado; sin embargo, se resume en el presente por un hecho tangible: el consentimiento, el deseo claramente expresado de continuar la vida común". Partes completas de nuestra geografía viven al margen de ese pasado común y de esa identidad de pertenencia.

Reconocer que determinados territorios de España tienen peculiaridades culturales nunca debió ensombrecer la defensa clara de la hispanidad que esa diversidad refleja, pues sin la idea de España nunca hubiera existido ni Cataluña, ni Galicia ni Vascongadas.

Hace dos siglos pusimos por escrito, en Cádiz, lo que era una realidad histórica de siglos. La dejación desde hace décadas en la defensa de la identidad nacional nos sitúa en un momento muy peligroso.

Hoy el Gobierno de España es zarandeado por el separatismo, por la izquierda, por poderes económicos internacionales, cualquier movimiento es una excusa e incluso las bases sociales de la derecha critican al gobierno.  ¿Cuál debería ser la reacción del gobierno? No seguir jugando continuamente a repetir los errores de hace 30 años, reaccionar rápido con visión de Estado, hoy o se cogen las riendas contundentemente o seguiremos zarandeados hasta la final disolución nacional y la devertebración social.

María Dolores Cospedal dijo hace unos días que "(El PP) se considera en su obligación de garantizar la Constitución española que aprobamos los españoles y que ha dado la mejor época de bienestar. Somos defensores a ultranza de la constitución del Estado de las autonomías y de los principios de solidaridad e indisoluble unidad de la nación española".

Para que la nación española siga existiendo no vale solo con la ley y los intereses económicos, hay que fomentar los vínculos históricos comunes entre españoles que son reales y no son metafísicos como los argumentos separatistas. De otra manera la devertebración social y el conflicto está asegurado cuando no hay dinero.

España es como una gran familia, si por encima de los sentimientos afectivos familiares, que en ocasiones se ignoran o se interpretan en plano de conflicto económico permanente, se sitúan los intereses materiales cuantitativos, cuando se cierra el grifo se montara el follón. Interpretaciones ideológicas que centran en el egoísmo material el motor de la historia nos llevan hacia el enfrentamiento social y la mutilación nacionalista, veremos si nuestros gobernantes y el pueblo español saben ver en la encrucijada que nos encontramos.
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