lunes, 29 de abril de 2013

Dos huelgas generales ante la mayor crisis de España

 
EL COMENTARIO     RICARDO CHAMORRO
COLABORACIÓN

EL DIGITAL CASTILLA LA MANCHA

Dos huelgas generales ante la mayor crisis de España
   
22/11/2012 .    
   
   
Ricardo Chamorro
El pasado lunes comentábamos en una tertulia que parecía mentira que la semana pasada hubiera habido una huelga general, es decir que teníamos la sensación que la huelga o no ocurrió o que pasó hace más tiempo.

Las grandes huelgas generales en España comenzaron en Cataluña en el siglo XIX donde los obreros protestaron contra los industriales textiles catalanes que monopolizaban esta industria en España. Posteriormente hubo importantes huelgas en España como la revolucionaria de 1917, la de 1934 convocada por UGT ante la entrada de ministros de la CEDA (Derecha) en el gobierno de la República o la de 1936 contra la sublevación militar del 18 de julio. Ya en democracia hubo tres huelgas generales contra la UCD que gobernó durante seis años, con el PSOE hubo cuatro huelgas generales desde 1982 hasta 1996, con el gobierno Aznar (PP) hubo dos huelgas generales y con ZP (PSOE) otras dos.

En 2012 es la primera vez en la historia de España que se convocan dos huelgas generales en un mismo año y en un lapso tan corto de tiempo. La huelga en sí, según todos los indicadores, fue un fracaso, no fueron tanto fracaso las manifestaciones convocadas a la tarde para protestar contra la situación, aunque se vieron teñidas de violencia callejera.

La realidad social de España está en un momento crítico debido a las políticas de gasto descontrolado e irresponsable y despilfarro basado en la inyección financiera aparentemente ilimitada. Hoy el problema es que el endeudamiento, privado primero, traspasado después a la administración del Estado, ha producido una situación de déficit brutal que impide que los Bancos o mercados sigan confiando en que España pueda pagar nuevas deudas. En resumen no hay un duro y nadie nos presta más.

Por ello los argumentos de la huelga sobre el impulso de lo público y la inyección de dinero son inviables cuando España cedió su autonomía financiera al exterior con la complacencia de estos sindicatos llamados de clase. Hollande también decía que iba a adoptar otras políticas y ha terminado siguiendo la única senda posible de recortes para crear confianza de poder pagar sus deudas financieras. La verdad es que cuanto más oigo por parte de la izquierda los argumentos repetitivos de la maldad intrínseca de la finanza no entiendo cómo han sido tan buenos clientes de la misma hipotecando nuestro futuro de manera vertiginosa e irresponsable cuando han tenido responsabilidad de gobernar. ¿Acaso se han enterado hoy de que hay que devolver lo prestado?

La única manera que tenemos para salir de esta crisis es adaptarnos a la realidad y tratar de mejorar el sistema con reformas estructurales de envergadura que permitan a España crecer y contraer un endeudamiento que sea sostenible. Estamos ante un profundo cambio para España y los cambios casi siempre son dolorosos, sobre todo para los que han vivido muy bien a costa del dinero de todos, pero en el cambio también hay oportunidades para, aprendiendo de los errores, mejorar y eliminar defectos.

Una España unida, vertebrada, racional y con una clara orientación conjunta ante el exterior nos permitiría vadear esta crisis y echar lastre. La tensión e incertidumbre generadas por los movimientos rupturistas, separatistas o disgregadoras no hacen más que aumentar los baches ante nuestra recuperación.

El sindicalismo también debería reflexionar y repensar el momento en que se encuentra España, apelar más a la concordia, solidaridad e igualdad así como la unidad social de todos los españoles en vez de apostar por una vía caótica pidiendo referéndum contra el gobierno establecido o alimentando la incertidumbre y la separación en Cataluña apoyando un referéndum ilegal sobre el encaje de la comunidad catalana en el Estado español, como hicieron en Barcelona el pasado 8 de noviembre Toxo y Méndez.

La España que tiene que salir de esta crisis no debería permitir jamás los chiringuitos corruptos sean políticos, autonómicos o financieros de los que todos hemos sido testigos. Desde el punto de vista del Estado está claro que hoy es preciso barrer el agujero de las cuentas públicas, sin duda, pero no podemos perder de vista el reto fundamental: lo que vayamos a hacer mañana. Y esta no es una decisión sólo económica, sino muy primordialmente de reforma política. Ahí es donde va a verse hasta dónde llegan el patriotismo y el sentido del Estado de cada cual en relación a España.

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