martes, 16 de abril de 2013

De Herrero de Miñón a Rajoy, pasando por ZP. Polvos y lodos

 
EN TIERRA DE CABALLEROS
Ricardo Chamorro
EL SEMANAL DIGITAL
                           
24 de septiembre de 2012  
EN TIERRA DE CABALLEROS
De Herrero de Miñón a Rajoy, pasando por ZP. Polvos y lodos
El concepto discutido o discutible de España de Herrero de Miñón o ZP nubla la igualdad
           

La convulsión de España estas últimas semanas debería plantearnos a todos los españoles la encrucijada en la que nos encontramos y ciertas causas que nos han traído a este momento.

La semana pasada murió Santiago Carrillo y el 25 de septiembre es el ochenta cumpleaños de Adolfo Suarez. Estos dos personajes, junto a figuras como Manuel Fraga, Felipe González y su majestad el Rey, fueron fundamentales en la evolución de España en nuestra primera transición.

Esos últimos años de los setenta y década de los ochenta, son puestos como ejemplo permanente de cuál es la forma políticamente correcta de actuar en España. Ciertamente fueron muy meritorios los pactos, debates y consensos que en esa época se fraguaron para nuestro futuro pero no hay que olvidar que no todo fue perfecto y que algunas malas interpretaciones territoriales, fruto de aquella época, parece que tienen agitado nuestro futuro nacional.

Yo cuando empezaron estos debates no tenía ni un año de vida y hoy tengo treinta y cinco, no he conocido el franquismo y lo que quiero es un futuro real para España alejado de apaños entre bambalinas,  que lo que se consolide es la igualdad de oportunidades entre ciudadanos y solidaridad entre regiones de una vez por todas para que nuestra nación mire a Europa y al atlántico.

Manuel Fraga decía en ABC en 1977 ´Contemplando las grandes dificultades de nuestra transición, yo suelo decir a mis amigos que si un ángel bajara del Cielo, con el encargo de ofrecernos de parte de la Divina Providencia, el quitarnos uno (uno sólo) de nuestros problemas, para mejor resolver los demás, yo no vacilaría en pedir que el suprimido fuese este: el problema regional. Porque no solo es en sí mismo muy importante, sino que tiende a complicar y envenenar todos los demás´

El termino nacionalidad un error fomentado por cierta UCD

Uno de esos errores fue la cesión ante los nacionalistas por parte de UCD, y particularmente de su portavoz constitucional Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, con la inclusión del término nacionalidad en nuestra carta magna. Casualmente este ilustre señor ha sido galardonado por la Fundación Sabino Arana y junto a otros personajes ha sido adoptado bajo el manto del Grupo PRISA.

Herrero de Miñón interpreta el texto constitucional en clave confederal como si el estado fuera una confederación de naciones donde España fuera una más. Este señor no tuvo reparo en afirmar públicamente en TV3 que Cataluña es una nación. Igualmente se refería en un artículo en El País de la siguiente manera en relación al Plan Ibarretxe y la consolidación de la asimetría:

´Guste o no, la fuerza normativa de los hechos exige para Euskadi una fórmula de autogobierno singular y diferente de la actual, que no tiene por qué ser la independencia estatal, y la cuestión consiste en si se conseguirá con España o contra España.´

Crítica a la definición nacionalidad

Como dejó escrito en este diario el gran experto en nacionalismo Jesús Laínz  (´El Semanal Digital´ del 23/09/04) en relación al concepto nacionalidad:

´Nacionalidad o comunidad histórica fueron los términos que durante el proceso autonómico reclamaron para sí los nacionalismos de las regiones que aspiraban a un grado de autogobierno distinto, de más rápido acceso y de mayor calado que el resto de las regiones. Esta distinción tácita, nunca explicada ni definida, parecía estar basada en la existencia en dichas regiones de otra lengua además del español. Como si el bilingüismo tuviese la virtud de convertir a esos territorios en históricos, categoría que, al parecer, no deben de tener los demás, que deben de ser ahistóricos.


Otra explicación que se manejó fue la de haber tenido un estatuto de autonomía durante la II República, como si aquel régimen tuviese que ser considerado la medida de todas las cosas. Frágil criterio según el cual Álava y Guipúzcoa no forman parte de la nacionalidad vasca por no haber estado incluidas en el Estatuto Vasco que entró en vigor cuando ambas ya formaban parte de la España franquista. Y Galicia tampoco. Aunque para evitar este inconveniente se amplió el concepto a aquellos territorios que aunque no hubiesen llegado a tener un estatuto vigente, sí hubiesen aspirado a ello, llegando, en el mencionado caso gallego, a ser consultado en una votación que ha pasado a los anales del pucherazo.


La prueba de la disparatada naturaleza de dicha nacionalidad es que nunca ha sido definida. El artículo 2º de nuestra Carta Magna, al hablar de la Nación española, ´reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran´, pero no define qué cosa sea nacionalidad ni cuáles sean las nacionalidades y cuáles las regiones. Por ello sólo queda el recurso a la imaginación, impropio de la claridad que ha de exigirse a todo texto normativo, sobre todo a la ley suprema de un Estado. Porque, ¿qué es nacionalidad? ¿Qué no lo es? ¿Cuáles lo son y por qué? ¿Es dicha categoría fija o cambiante? ¿Se trata de una condición adquirible por prescripción adquisitiva o está cerrado el cupo? De estar abierto, ¿quién dice cómo poder llegar a serlo? ¿Qué condiciones hay que cumplir? ¿Qué consecuencias jurídicas y políticas conlleva llegar a serlo?´

El mismo autor en este mismo diario escribía continuando el argumento anterior (El Semanal Digital´ del 30-9-04):

´En su día los nacionalistas presionaron para que la Constitución incluyera el término nacionalidades con el doble fin de justificar un techo competencial mayor y de utilizarlo, en el momento que estimasen maduro, como trampolín hacia la reivindicación de la categoría de nación y la subsiguiente secesión, lo que no es ficción puesto que ya lo han hecho. Ya con el término nacionalidades pretendieron imponer la constitucionalización de la existencia de esas naciones, pues parece que la existencia de una nación lleva implícito el derecho a regirse por sí misma. Pero una generación después aspiran a zanjar la cuestión de forma inequívoca, introduciendo directamente la categoría de nación. Este salto cualitativo ha sido posible debido a la ingeniería ideológica que desde los gobiernos del PNV y CiU se ha llevado a cabo sobre todo entre la intelectualmente más manipulable juventud. Y, fundamentalmente, ha sido posible a causa del terreno despejado de toda controversia del que el PNV ha disfrutado gracias a sus compañeros del terrorismo nacionalista vasco.


Para ello, naturalmente, se precisa la sustitución de los actuales estatutos y la reforma de una Constitución que deja bien claro en su artículo 2 que la nación española es una e indisoluble. El motivo de este empeño de los nacionalistas está muy lejos de ser un pueril matiz terminológico, pues lo que con esta modificación pretenden es verse libres de la carga de probar la realidad de las naciones por ellos inventadas y así evitar un pleito que tienen perdido de antemano por falta de pruebas. Mediante la oficialización de esta categoría para sus regiones se estaría admitiendo una plurinacionalidad de España completamente ajena a su realidad, quedando ésta reducida a un mero esqueleto estatal cuya carne estaría constituida por diversas naciones yuxtapuestas. Naciones a las que, en un siguiente paso, nadie podría negar su derecho a la secesión del artificial Estado común.´

Rodríguez Zapatero un seguidor de Rodríguez de Miñón

´No soy responsable de la sentencia del Estatut, sí de sus consecuencias políticas´, José Luis Rodríguez Zapatero

En esto llegó Zapatero y tomando aquella interpretación de Herrero de Miñón promovió el Estatuto de Cataluña que puso de relieve la posibilidad de negociar exigencias que partieran del supuesto de una igualdad entre naciones.

Ahora Artur Mas pide independencia para el caso de no consolidar la vía de la asimetría y la bilateralidad. En sus reivindicaciones no solo pretenden la afirmación nacional catalana sino que el resto de España esté a su merced. La última ocurrencia de Artur Más es el Estado Libre Asociado similar a Puerto Rico. CIU afirma pues rotundamente que no acepta la solidaridad e igualdad de los españoles y esa libre asociación pretende mantener en sus manos el mercado nacional marcando diferencias identitarias.

Como vemos tanto cierto centrismo amorfo como  un PSOE que relativiza y considera discutida y discutible la igualdad de los españoles y su soberanía nacional, son los que han echado leña al fuego de la secesión por su ambigüedad y ahora una de las bazas nacionalistas es consolidar la interpretación asimétrica de España.

Al parecer los principios ilustrados de nación de ciudadanos libres e iguales no son compatibles con un determinado pensamiento político trasnochado en España, que encima se autodenomina progresista, y parece que algunos están comprometidos con la infamia de considerar a ciertos españoles como diferenciados. Por eso critican el café para todos, pero no critican el estatus desigual que se ha permitido en España a consta de mitologías absurdas. 

Mariano Rajoy la esperanza nacional

Mariano Rajoy es el responsable actual de darle a España una salida a la crisis y que no se cuestione la unidad de España. Por mucho que el ambiente este crispado y la crítica llegue también desde ámbitos del centro-derecha, el único que puede encauzar en estos momentos a la nación es Mariano Rajoy por ello es necesario mantener la confianza en la firmeza del presidente.

 La secretaria del PP, María Dolores Cospedal, afirmó contundentemente este lunes que la formación que preside Mariano Rajoy ´garantiza a los españoles que siempre va a defender la unidad de España y que va a defender la Constitución´ y que hará todo lo posible por proteger el estatus ´de la nación más antigua de Europa, al margen de cualquier posicionamiento electoral y partidista´.

Yo me quedo con las palabras de Rajoy el día que ganó las elecciones esperando que no le tiemble el pulso y esta gran nación sepa ver un futuro abierto al exterior, con igualdad de oportunidades entre ciudadanos y unida definitivamente.

´ Lo he dicho muchas veces y lo repito hoy: la nuestra es una gran Nación. Pero, añado, incluso las grandes naciones a veces se olvidan de que lo son y se dedican a cosas pequeñas…

Y somos una gran Nación, entre otras cosas, porque nuestra diversidad es fuente de grandeza y nos enriquece. Y debe seguir enriqueciéndonos. Pero esa diversidad tiene que anudarse con fuerza a un principio solidario, más necesario que nunca en estos tiempos…

Y queremos ser grandes, también, dentro de nuestro más amplio espacio de integración: la Unión Europea. Hoy más que nunca nuestro destino se juega en y con Europa. La voz española tiene que volver a ser respetada en Bruselas, en Frankfurt y allá donde se jueguen nuestros intereses.´

´Estamos ante una hora decisiva de España, ante uno de esos cruces de caminos que van a determinar el futuro de nuestro gran país, no ya en los próximos años, sino en las próximas décadas. Y, en estos momentos decisivos, es cuando se mide el temple de los hombres y de los pueblos.´
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