martes, 16 de abril de 2013

Recordando a Hernán Pérez del Pulgar, héroe de Ciudad Real para España

 
EL COMENTARIO     RICARDO CHAMORRO
COLABORACIÓN
EL DIGITAL CASTILLA LA MANCHA

Recordando a Hernán Pérez del Pulgar, héroe de Ciudad Real para España
   
26/07/2012 .    
   
   
   
Ricardo Chamorro
La pasada semana describí la importancia histórica de la batalla de las Navas de Tolosa para nuestra provincia de Ciudad Real, toda nuestra región y España en general. De igual manera expuse al lector los actos oficiales que tuvieron lugar el 16 de julio en La Carolina donde el que suscribe acudió en representación de la Fundación DENAES.

Esta semana y continuando con efemérides históricas, quiero recordar a uno de los héroes más importantes que dio a España nuestra región y me refiero a Hernán Pérez del Pulgar, el de las hazañas, nacido en Ciudad Real el 27 de julio de 1451 en lo que hoy es el Museo López-Villaseñor frente a la catedral.

Hernán Pérez del Pulgar es hijo predilecto de Ciudad Real, tiene una calle y un instituto a su nombre y está presente en la Avenida de los Reyes Católicos en forma de estatua en la que aparece postrado con el pendón de Castilla ante la estatua de Isabel La Católica que está también presente al final de la Avenida.

La historia de este paisano nuestro es extensa en hechos de guerra, fue el gran héroe de la guerra de Granada, le dieron los títulos de Gentilhombre y Continuo de la Casa Real, Capitán General de Alhama, emisario del trono castellano, Caballero con el título "el de los pulgares". Su última incursión de guerra fue en el norte de España frente a los franceses a las órdenes de Carlos V con 73 años.

Fue además un gran humanista inclinándose por las letras y lengua castellana, en su vejez se volvió historiador realizando la obra "Breve sumario de los hechos del Gran Capitán Gonzalo Hernández de Córdoba, dirigido al católico y poderoso señor Emperador Carlos, Rey de España y de los Romanos."

En sus últimos años tuvo la residencia en Sevilla y está enterrado en la catedral de Granada junto a Isabel y Fernando.

Fue recordado por grandes autores como Garcilaso de la Vega, el portugués Duarte Díaz, Francisco Martínez de la Rosa o el norteamericano Washington Irwing.

Nuestro contemporáneo Arturo Pérez Reverte, escritor, periodista, gran aficionado a la historia y miembro de la Real Academia española describía en un artículo de 2007 denominado "1490: Comandos en Granada" en XLSemanal una de las hazañas de este héroe castellano de La Mancha, así como español por los cuatro costados, que creo oportuno recordar en el cierre de este artículo:

"Observemos la escena: cerco de Granada, noche sin luna. Unas sombras silenciosas moviéndose bajo la muralla. Tras planificarlo hasta el último detalle, Pérez del Pulgar y sus escuderos, equipados con ropas negras y armas ligeras, se acercan a la ciudad. Y mientras nueve se quedan guardando los caballos y cubriendo la retirada, su jefe y otros seis se cuelan por el cauce del Darro, acero en mano y el agua por la cintura. Después, guiados por uno de ellos –Pedro Pulgar, moro converso–, callejean a oscuras hasta la mezquita mayor, hoy catedral de Granada. Y allí, en la puerta y con su propia daga, Pérez del Pulgar clava un cartel donde, junto a las palabras «Ave María», dice tomar posesión de ese lugar para la religión católica, en nombre de sus reyes, y por sus cojones. Tras semejante chulería, los incursores encienden un hacha de cera; y, clavándola en el suelo a fin de que ilumine bien el cartel, rezan de rodillas antes de buscar la Alcaicería para incendiarla. Pero Tristán de Montemayor, el encargado de la cuerda alquitranada para el fuego, la ha olvidado en la mezquita. Cabreadísimo, Pérez del Pulgar lamenta que le haya «turbado el mayor hecho que se hubiera oído», y sacude a Montemayor una cuchillada en la cabeza, mortal si no se interponen los compañeros. Uno de ellos, Diego de Baena, se ofrece a regresar en busca de la mecha, y Pérez del Pulgar le promete, si salen vivos de allí, una yunta de dos bueyes por echarle esos huevos. Pero la suerte se acaba: de vuelta con la lumbre, Baena se da de boca con un centinela moro, al que endiña unas puñaladas antes de poner pies en polvorosa. Entonces se lía el pifostio: gritos del centinela, luces en las ventanas, alarma, alarma. Etcétera. Con toda Granada despierta, el grupo corre a oscuras hacia la muralla. Junto al río, uno de ellos, Jerónimo de Aguilera, cae atrapado en un foso. El compromiso es «no dejar atrás prenda viva», y todos son profesionales: Aguilera pide a sus compañeros que lo maten, pues no quiere caer en manos de los moros. Pérez del Pulgar le tira una lanzada, pero yerra el blanco en la oscuridad. Al fin, como en las películas, con los enemigos encima, logran liberarlo y salir todos por el río, subir a los caballos y largarse al galope, mientras en la ciudad se monta un carajal del demonio y al rey Boabdil, despierto con el escándalo, le dan la noche".

www.twitter.com/rchamode

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